21.5.99, 23:15 aprox:
Que bien, estamos debajo del Castaño de Indias y el Autillo cantando justo en la copa del mismo árbol. En total debe de haber 3 machos, ¿no crees Alejandro? Mañana llamamos a Isidoro para decírselo, a ver que opina él.
El Parque Manuel Barquín (Torrelavega), nos ha dado muchos "momentos Autillo" a los naturalistas de esta ciudad.
21.5.10, 23:15 aprox:
Es denoche, y al trasluz de las ramas intento verlo, pero me es imposible. La luz de la creciente, ayuda a mi imaginación. Veo 100 siluetas en aquel árbol, pero ninguna es la del pequeño búho. Ahí está, cantando justo encima mío. Pero no, esto no es el Manuel Barquín, y eso no es un Autillo. ¡Es un Mochuelo Boreal! Estoy en un pinar pirenaico a unos 2000 m s.n.m. Las circunstancias son bien distintas a la de aquellos años, pero no he podido evitar asociar la idea de esa primera sensación cuando canta sobre el árbol en el que tu estás. El día anterior ya lo había escuchado, pero en otro sector lejano del bosque de inclinada ladera. Ahora estaba en la cumbre, más o menos plana, y limpia no de árboles, pero si de arbustos. En cuanto lo oí y confirmé que era un Mochuelo Boreal (estaba dormido y siempre hay unos segundos de reacción), no lo dudé. Me libré del saco de un brinco, y salí de la tienda descalzo para ver por dónde estaba (de tumbado dentro de la tienda es dificilísimo determinar el origen de un canto). Parecía estar muy cerca, y quería localizarlo. El suelo estaba seco y no había pinchos, así que decidí que no había tiempo para cordones. Con sigilo pero sin demora, comencé un rececho hacia su reclamo. Una repetición de notas (de 3 a 10, aunque lo más habitual era de 6 a 8) muy característica. El cuarto creciente me permitía ver bastante bien el suelo, y no hacía falta linterna para moverse por el aclarado bosque, sin embargo, y obviamente sin quererlo, mi pié probó la sensación de meterse en un nevero que se escondía a la sombra de un pequeño pino, a media noche, y a 2000 metros, toda una experiencia esta también...sin duda. Pero daba igual, la pasión lo fundía todo y seguí adelante. Sinceramente creí que estaba mucho más lejos. Las densas copas de las coníferas, amortiguan los sonidos disminuyendo su intensidad, y engañando así en cuanto a la distancia. Había andado 40 metros, y ya estaba al lado de él. Estuve un rato hasta que dejó de reclamar. Interpreté que se había ido. De vuelta a la tienda, y ya en la pradera donde había montado mi tasuguera, apareció a mi izquierda el Mochuelo, volando bajo (unos 5 m del suelo) y cerquita mío ¿15m? La luna reflejada en las laderas nevadas, daban la suficiente luz como para ver el bulto, y con imaginación, la silueta, pero bueno, es lo que tiene la noche...Lo perdí al segundo, y no habría sabido la zona donde se posó, de no ser porque metido ya en la ladera, a unos 200 m, volvió a cantar. Yo ya podía dormir tranquilo...
No subí el equipo fotográfico, pues era mucho peso para salvar los más de 1000 m de desnivel desde donde pude aparcar. Así que no hay foto del hábitat, ni del sitio, etc. En la foto os muestro, eso sí, un tíu contentu de cojones después de haber tenido un contacto tan cercano con esta enigmática, y escasa ave. Es ya abajo, al llegar al coche. Al fondo, el selbón (palabra de la fabla aragonesa para denominar a bosques de gran entidad) que tuve que subir (¡¡y bajar!!) hasta su parte más alta.
joder, y yo currando un sábado por la tarde en un puto informe....dios que envidia! y que inspiración...
ResponderEliminarUn saludo,
Javi E.
Muy buena crónica, sí señor ¡¡¡
ResponderEliminarPa dentro de poco nos vas a sorprender con un libro de grandes relatos!!
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