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lunes, 22 de abril de 2013

2 torres, 2 lobos. De la capi a la gloria.

Madrid, 7:45 de la mañana: mi viejo ford arranca motores en la capital madrileña en un día de labor. Filas de coches respetan el rojo, y cuando el color cambia, comienza la carrera por ver quien llega primero al trabajo. Es un poco estresante estar metido en medio de ese enjambre, pero pronto, un cruce y otro me llevan a coger la A1, la salida hacia la gloria.
Amanecer en las estribaciones del Sistema Central.
 La península Ibérica es pequeña, y sólo unas horas de coche separan al centro del norte.
Un collado de la Cordillera Cantábrica, 20:55: Escasea la luz. Acabaron las horas de sol, y comienza el crepúsculo. Ciervos, rebecos y jabalís se mueven por las laderas, mientras dos zorros campean desde media tarde en el mismo prado. En una brañuca de enfrente, a 500 m de distancia, mi compañera de espera se percata de que un bicho se mueve. Rauda pone los antiojos colimados con sus ojos, ¡y canta lobo! Luego, nos daríamos cuenta de que en realidad eran dos. La ladera, primero provista de mucho brezo, luego no tanto, nos permite ver con el telescopio durante 2 minutos a estos poderosos cánidos. La cosa cogió emoción, porque se dirigían a una esquina de la braña dónde pastaban dos yeguas. Estas estaban de espaldas, y yo esperaba que al menos se asustasen como cuándo uno mismo aparece por sorpresa en una braña y arrancan 10 metros corriendo. Cuál fue mi sorpresa, cuándo vi cómo los dos lobos pasaban a escasos 10 metros de las yeguas, y estas ni tan siquiera levantaron la cabeza. Está claro que tenemos mitificado a este animal, y creemos que todos los animales temen su presencia, cuándo no es así. Ellos saben, cómo las cebras con los leones, cuándo hay que temerles y cuándo no.
No tengo documento gráfico porque había ya muy poca luz y no hubo tiempo tampoco para fotos, pero tengo una muy curiosa del día siguiente. En ella, se ven a dos perros corriendo a un potro. Yo llegué al amanecer, hora a la que ya le estaban corriendo. Hasta casi 2 horas después que se aburrieron los perros, no pararon de hacer correr al pobre potro, que salió ileso del juego, pese al riesgo de fastidiarse en una cuesta muy pronunciada del prado que atravesó varias veces corriendo. Ahí queda esto:
2 perros han ido del pueblo a un prado a medio kilómetro a "jugar". Están 2 horitas agobiando al pobre potro, al que por suerte no le pasó nada.

jueves, 11 de abril de 2013

Donde nace el mundo

Vive uno en un paraíso, y se cree en superioridad paisajística mientras cruza toda una península. Entonces, llega a un rincón, y se topa con esto. Ello le lleva a la modestia como vehículo hacia el respeto. ¡Vaya paraje!

Espectacular paisaje. Pinchar para ver a tamaño completo.
Es el nacimiento del río Mundo. En verano, con el estío, un pequeño hilo cuelga un centenar de metros paralelo a una vertical pared. Sin embargo, tras una temporada lloviendo mucho más de lo normal para estas fechas ya de por sí pluviosas, el río Mundo revienta en vida sobre los pinares. Hoy además, ayudado por el viento, hacía caprichosas nubes de agua que iban y venían, provocando una lluvia intermitente con origen en la cascada.
Evité venir en fin de semana, y lo hice además a última hora del día, cuándo ya bajaban los últimos turistas. Estas maravillas de la naturaleza, se disfrutan mucho más en soledad que en "modo hormiguero".
RECOMENDADO
A tener en cuenta también la cantidad de agua que pueda estar manando, pues supongo que en otras condiciones su espectacularidad se merme bastante.

viernes, 5 de abril de 2013

Nieve del norte, sol del sur...

En estos días de frío, de granizo, de nieve, dónde no queda más remedio que esperar a que pase la nubona y deje a los bichos un libro blanco sobre el que escribir sus andanzas, uno se acuerda de soleadas jornadas vividas hace pocas semanas, en invierno aún, por los montes cacereños. La llegada a ese lugar de las cigüeñas negras, el ataque del peregrino a una joven e incauta real que decidió, atrevida, acercarse al roquedo del pequeño príncipe, la familia de nutrias jugando ajenas, debido en parte a la distancia que el telescopio reduce. La pareja de perdiceras sobre el roquedo, la de imperiales sobre la encina, las carroñas, sobrevoladas no sólo por buitres leonados como aquí, sino por los negros también. El atardecer amenizado por un búho real que recoge el relevo de las diurnas para escudriñar cada canchal, cada claro en el encinar. El búho real, que no da continuidad al silencio que inician los mirlos y otra aves en el crepúsculo con un madrugador BU-ÚUUUU. Y en las campas, las ranas de San Antonio que tardarán aún unas semanas en cantar más al norte.
Perdiz roja (Alectoris rufa)

La primavera, que aunque en el calendario del ser humano tiene un día oficial de inicio, en el caprichoso campo, escoge una fecha para cada lugar, avanzando a un ritmo que marca el avance hacia el norte de las flores o al de las aves migratorias.
El ave de la foto, una perdiz roja, apareció cerquita, sin miedo, a reclamar su parcela ante sus congéneres. El sol de la primavera despierta a las hormonas, y ante tal situación, la palabra miedo pierde valor. Os dejo con esta estampa primaveral del centro peninsular, y nada, ahora a esperar mientras sigo clasificando fotos a que pase el temporal para ver cuándo se puede dar una vuelta por la nieve del norte, probablemente la última de la temporada a cotas medias.

lunes, 1 de abril de 2013

Se crío con lobos...que se dice pronto

Si señores, ese es el hombre con el que estoy posando en la foto. Aunque pueda parecer fantasía, estar lejano en el tiempo, e incluso querer creer que esto en nuestro país no puede o ha podido ocurrir, nada más lejos de la realidad. Hace poco más de medio siglo, este hombre, entonces niño de unos 7 años, queda sólo en una recóndita zona de Sierra Morena, tras morir por enfermedad el cabrero con el que vivía desde los 6 años.
Con Marcos (El Niño Salvaje de Sierra Morena). Primavera del 2013.

Cuenta que pasó mucha hambre, pero que cómo crío que era, jugaba a diario. En ocasiones con animales, pues ellos le veían a diario, y no se asustaban de él. A veces empujaba a ciervos y ellos de un cabezazo le tumbaban y le hacían rodar, en ocasiones jugaba a asustar a un zorro y él le respondía con un juego similar, contó tantos casos...
En una ocasión, un grupete de lobos jóvenes jugaban cerca. Ya se conocían recíprocamente. Ese día él se acercó, y comenzó a jugar con ellos. Pasaron así un buen rato, hasta que los lobeznos subieron dirección a un roquedo, y se metieron en una cueva que existía debajo. Allí se enrollaron y se durmieron juntos, Marcos incluido.
Pasado un rato, llegó la "Señora loba", cómo el mismo la llama. En un primer momento, se asustó y le enseñó los dientes. Él, también asustado, se alejó al fondo y allí se cobijó contra la pared. La loba, que traía carne, comenzó a despedazar la presa y a repartirlo entre los cachorros. Él tenía mucha hambre, y al ver a los cachorros devorar la carne, más aún. Fue entonces cuándo se acercó a uno de los trozos de carne, aunque sin demasiado éxito. Antes de llegar a coger el pedazo, la loba se acercó a él apresurada. Según sus palabras, "le arreó una buena hostia" que le tiró para atrás. Entonces volvió al fondo de la cueva, y dió en llorar horrorizado por lo ocurrido, y más aún por lo que pudiera ocurrir, pues tenía mucho miedo, y no había cómo salir de la guarida. ¿Se había metido Marcos en la boca del lobo?
Pasado un rato, la madre arrancó un trozo de carne que le dejó caer cerca al chiquillo. Él se dió cuenta del detalle, y dudó que lo hubiera tirado cerca de él intencionadamente, o si habría sido por casualidad, pero tenía claro que no iba a intentar estirar el brazo para alcanzar el trozo, así que siguió llorando mientras la loba continuaba alimentando a sus lobeznos. La loba se acercó y le puso la carne más cerca. El hambre, pudo al terror. Marcos la cogió, y comenzó a desgarrarla con sus dientes. Seguidamente, la señora loba se fue a él, y comenzó a lamerle toda la cara, a limpiarle la cara nos cuenta él.
Así fue como Marcos comenzó a convivir con una manada de lobos, que le acogió durante la crianza de los cachorros, y también después. Su cuchillo, su capacidad para usar fuego, fue alguna de las armas que hacía que Marcos fuera respetado en la manada por su nueva familia, de tal manera, que con el paso del tiempo llegó a ocupar un puesto representativo en aquella manada.
La madre de Marcos murió siendo él muy pequeño. Hay que resaltar, que la mujer con la que se juntó su padre, le maltrató día si día también hasta que su padre le entregó a un señor. Dice él: "no era que me pegaran, sino que no me quitaban el palo de encima. Me mandaban a robar bellotas. Si me pillaban, la guardia civil me las quitaba, me daban una paliza, y me mandaban para casa, dónde me esperaba otra paliza por llegar sin las bellotas ¿Se le hace eso a un niño?". Fue muy emotivo escuchar de boca de Marcos cómo en aquella fiera loba, encontró el amor de una madre que la vida le había robado años atrás.
Yo me quedo con el mensaje de que lo que le ha hecho la sociedad a lo largo de los años ha sido lo más cruel que ha conocido, lo vivido con su manada, lo más dulce...
Para terminar, el que esté interesado en conocer más sobre esta historia que ha sido, como no podía ser menos, motivo de tesis para algún antropólogo, os dejo alguna referencia:
-Cómo película, es muy recomendable para quien no la conozca que haga por ver Entre lobos, que quiere representar esta etapa de la vida de Marcos. Muy lograda.
-Existe un libro que no tengo aún, pero que está ya de camino. Es éste. Además, hay uno en catalán del mismo autor.
-Otros documentos: Un artículo de El País, una entrevista de RTVE, un estudio hecho sobre el caso en los años 70.