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jueves, 30 de diciembre de 2010

¡Año nuevu!

Cómo el año pasado, y al más puro estilo carmoniegu, os felicito el año deseando que tenga un buen balance para vosotros.Pongo esta foto para todos los interesados que me preguntáis, "¿y serpientes? ¿veías serpientes?". Esta es una inofensiva (como podéis comprobar) Boa Constrictor. Pinchándola, la veréis mejor.

¡80 hamburguesas al día!

Cuando era un mozalbete, tenía un libro muy general sobre aves. El objetivo de aquel libro, era llamar la atención a los niños sobre aspectos increíbles del mundo de las aves. Hablo de memoria, y es muy posible que lo que recuerde, esté algo tergiversado de lo que allí ponía. Creo recordar que salía una dibujo de una persona moviendo los brazos muy rápido, como intentando volar, y enfrente de él, un pequeño pájaro, que al parecer, según decían en aquel libro, se llamaba Colibrí. En en texto ponía que era un pájaro muy pequeño, que se alimentaba de las flores, y que para ello, se colgaba del aire enfrente de ellas moviendo las altas muy rápido. Entonces comparaba, y decía que su gasto de energía, sería proporcional al que un hombre conseguiría si comiese un total de 80 hamburguesas al día. No sé que rigor científico tenía aquella comparación, pero está claro que el objetivo del texto, que pasaba por hacerme ver el desgaste que suponía mover tan rápido las alas, me quedó perfectamente claro.Más de 2 décadas después, me deleito en selvas ecuatorianas con estas magníficas aves. Identifiqué más de 10 especies distintas, todas ellas fotografiadas. Las había más grandes, y las había minúsculas. Las había con pico curvado, o con pico recto...Fue sólo una pequeña muestra de las más de 100 especies que viven en Ecuador, pero bastó, como digo, para deleitarme, y traerme a la cabeza aquel magnífico libro, que fue uno de los primeros de la larga lista...
¡Vivan los libros!

lunes, 27 de diciembre de 2010

¡Cuánta diversidad!

29.11.10: Son las 5:15 am. El amanecer amazónico está próximo. Oropéndolas, guacamayos y otros pájaros de la selva, comienzan a montar una algarabía que suple al escándalo formado por insectos durante toda la noche. La temperatura, de unos 25 grados antes de salir el sol, subirá al menos hasta los 33 grados. Si hay algo de nubosidad, el sol calentará más, y quizás alcancemos los 36, cómo ocurrió ayer mismo. Las gigantes mariposas revolotean en un húmedo ambiente en el que el viento no se atreve más que a mover un poquito las hojas de la foresta. El Jaguar merodea a buen seguro en algún rincón de la magnífica selva, pero lo espeso del follaje, hace casi imposible dar con él.

24.12.10:Son las 8:15 a.m. Aún no es de día, pero la luna llena, y el reflejo de la misma en las laderas de las montañas cantábricas recién nevadas, hacen que incluso sin linterna se pueda andar fácilmente por la cambera que me dirige a ese castro. Desde el, dominaré la braña por la que ha de pasar el Lobo al amanecer. Lo semiabierto del paraje, me permitirá en caso de que se mueva por la zona divisarlo a más de 1 km. Habrá alrededor de 0 grados, pero el fuerte viento de la cumbre, crea una sensación térmica más cercana a los -10 (temperatura real alcanzada 2 días después). He de ponerme a refugio de la peña, y a la media hora, en cuanto me quedo frío, me veo obligado a hacer unas discretas flexiones para reactivar la estufa interna. Ni se oyen pájaros, ni se mueve un insecto. Con un poco de suerte, al mediodía alcanzaremos los 3 grados positivos.
Estos son los esbozos de dos amaneceres en el campo separados por menos de un mes, pero también por casi 10.000 km de distancia. Es impactante haber estado en uno de los escenarios, con su tiempo y vida, y a los pocos días encontrarte inmerso en otro totalmente distinto. ¡Cuánta diversidad! ¡Cuánta variedad! ¡Qué bonito es el mundo!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

37 días con los a'i

Una aventura, que llevaba en el tintero toda una década. Cuando Ruth me contaba sus primeras historias de selva, de indios, y de harpías, quizás por su manera de contarlas, me quedé prendado (todo el que me rodee lo sabe). No pude entonces sino proponerme que algún día, yo también estaría allí. Ha sido mucho lo que he madurado esta idea, pues tiempo he tenido, y no ha sido ninguna locura que me dió como más de alguno pensó. Simplemente era el momento, y me arranqué.
Era a finales de octubre, cuando comenzaba mi aventura. Subí a un avión en Madrid, y cuando me quise dar cuenta, ya estaba a bordo de una canoa descendiendo un río amazónico. Fueron casi 200 km de curso fluvial. Cuando llegué a la comunidad a'i, etnia conocida más popularmente como se la bautizó desde fuera: los cofanes.
Grandes conocedores de la selva, son capaces de encontrar fibra, vitamina o proteína suficiente para sobrevivir donde nosotros veríamos poco más que paisaje. Su habilidad para pescar o para cazar, creo que no dejaron de sorprenderme en el tiempo que viví con ellos. Intentar cazar un sajino (pecarí, especie de jabalí) a cuchillo, pescar una bandeja entera de pescado para cenar en cosa de 10 minutos con un machete recorriendo la orilla del río por la noche, conocer la biología de las charapas (tortugas) y sus rastros en la arena, para ir el día adecuado a buscar sus huevos en la playa, dar con las zonas más querenciosas para los dantas (tapires), que significan unos cuantos kilos de carne...Son muchas las artimañas que han heredado y aprendido, para subsistir hasta nuestros días en un medio en el que si tienes 3 días malos de caza o pesca, ha de tener en cuenta que no hay supermercados a la puerta de casa, ni congeladores en los que guardar comida. Un medio hostil para un hombre occidental, en el que casi es tan fácil encontrar vida, como encontrar la muerte. Beber de aguas con parásitos garantizados, andar por suelos con alta densidad de serpientes venenosas, por cauces con rayas venenosas y anguilas eléctricas. Aguantar decenas de picaduras de insectos al día, con el riesgo de transmisión de enfermedades como dengue o paludismo. El miedo constante a especies como el puma o el tigre (jaguar), con los que un encontronazo es tan difícil, como lleno de riesgo según los a'i. Tardes sudorosas de cerca de 40 grados a la sombra, con una humedad, que bien diría yo que ni dentro del agua. Cosas menos peligrosas pero que pueden ser dolorosas como una picadura de Tarántula, de Escorpión (unos chiquitillos que había), y otras muy molestas como las abundantes Avispas (doy fe que en la oreja molesta más que en los papos, én los papos más que en los brazos, y en los brazos más que en las manos...). Y otras cosas que aquí tenemos mitificadas, pero que allí no parecen significar mayor peligro (pirañas, caimanes, o anacondas).
Todo ello, hizo que mi estancia allí, de la que estoy muy orgulloso, se me hiciera más larga de lo que aquí ha parecido. Qué bien sabía Ruth lo que decía cuando la propuse irme 4 meses. Mucho fue lo que me acordé de mi gente y de mi tierra. Todo ello pese a que todo fue bien, y pese a que coincidí con buena gente, que dentro de su cultura y sus costumbres, me trataron muy bien. No me quiero imaginar vivir allí en otras condiciones.
La recompensa superó con creces los peros. Aulladores, Guacamayos o Caciques, son algunos de los animales que ponían música al teatro de la selva. Harpías, Tucanes o Martines Pescadores de varias especies, alegraban la vista. Pirañas, Pavas o Pecarís, hacían lo propio con el paladar. Para el olfato, miles de orquídeas, o los oritos maduros (una especie de plátano). Y para el tacto...no me acuerdo de nada mejor que mis dedos arrascándome sólo superficialmente las picaduras de los mil y un mosquitos al desnudarme por la noche dentro de mi mosquitera. Todo ello unido a la oportunidad de conocer a una sociedad tan distinta a la nuestra, y que cuenta con menos de 2000 individuos ¡en todo el planeta! Tanto es así, que busco información sobre ellos en internet, y me encuentro con fotos y vídeos de gente con la que he vivido. ¿Me lo creo? No me lo creo. ¿Me lo creo? No me lo creo...
Sólo puedo dar gracias a toda la gente que ha permitido que esto haya sido posible. No sólo a Ruth, Andrea, Erika, Paul, Rocío y resto de equipo del PCAHE. También a los a'i Jonás, Mauricio, Bolívar, Fredi, Fausto, Luis, Avelino, Romel, Vicki, Maco, Ende, Isaora, Antuko, Isolina, Auna, Gladis, Tefen, Fernanda, Misel, Mimi, Joaquina, Anibal, Leonel y resto de gente encantadora de aquel poblado que me acogió. A la gente que en Quito me hizo sentir como en casa. Y cómo no, a la gente que se quedó aquí incomunicada (¿o el incomunicado era yo?). Es toda mi gente, pues ellos pasaron muchos días sin saber cómo estaría yo en aquella bonita, pero lejana parte del mundo.
En la foto, Mimi posa con traje cofán, cervatana en su mano derecha, y flechas con algodón de ceibo colgando del cuello. Como adornos, unos cuantos dientes de pecarí. En su cara, pintadas rojas sacadas del fruto del achiote. Mirad su fresca cara, y mi demacrada faz. Siempre sudando y cansado. Se ve claro quien jugaba en casa...Para verla mejor, pinchadla.

lunes, 20 de diciembre de 2010

La noche de los lagartos...

Tras un parón de más de 2 meses debido a mi viaje, puedo decir con orgullo que llegué de la selva amazónica. Hay mucho que contar, y muchas fotos por compartir. Sin más preámbulos, voy a comenzar por lo que fue el momento con más carga de adrenalina. Me refiero a la noche de los lagartos, que era como los cofanes se referían a los caimanes ("batuas" en idioma a'ingué). Os copiaré en tinta diferente extractos del diario que viajó conmigo río arriba, río abajo.
Por la noche, nos vamos a fotografiar batuas (caimanes). La técnica a seguir es ir en la canoa muy despacio, y usando el remo sólo como timón. Ya de lejos, con la linterna, se ven brillar los ojos (como en los dibujos animados). En ese momento, uno rema recto a esos farolillos, mientras el otro no deja de alumbrar. Jonás, el joven a'i (cofán), remaba. Al estar cerca del animal, cesaba de remar para que la inercia nos acabara de llevar al saurio fluvial. Yo tuve la idea de ponerme en la punta de la canoa, para poder tomarles las fotos de cuanto más cerca. De aquella manera, parecía casi como esas antropofiguras de proa del barco pirata de juguete. Era lo mismo, pero con una cámara en la mano.
Mis primeros disparos fueron ruinosos. La luz no llegaba porque yo disparaba desde unos 5 m Jonás se enfadaba porque me había dicho que debía sacarlos de muy cerca. La verdad, que yo pensé que 5 m para hablar de cocodrilos era bastante cerquita, pero al parecer no era así...Los siguientes caimanes los saqué a 4 ¡e incluso a 3 m! Comenzo a salir algo en las fotos, pero aún así, el amigo cofán seguía enfadándose, pues a su juicio, seguía precipitándome.
El siguiente animal lo apuré un poco más. Cuando estaba a menos de 3 m...¡flash! Aho
ra, sí tenía una buena foto, pero el animal, no se lanzó al agua, así que había que buscar una segunda instantánea. Me hacía falta más tiempo para enfocar, pero la inercia, que no entendía mis preferencias, me llevaba hacia el animal a una velocidad que no me permitía hacer un segundo enfoque. En otras ocasiones, la barca iba 1 m a derecha o izquierda de nuestro objetivo, pero en esta ocasión, Jonás apuntó demasiado bien, y según avanzamos, la idea de hacerme pasar por sirena en barco pirata, se va transformando de la más brillante, a la más estúpida de mi vida. No había espacio para retroceder, y parecía irremediable imaginar, que en breves décimas podría acontecer mi primer beso con un caimán. El animal no era muy grande, pero no hay que llevarse a engaños, 1 m de Caimán no es 1 m de Lagarto Ocelado, pues la boca del primero puede medir más de 20 cm. Este tendría una de unos 35 cm por 15 cm de ancho.
Como se suponía que tenía que pasar, el reptil dio unos coletazos para zambullirse en el agua. Tal fue la velocidad, que no sólo empapó mis lentes, sino que además ¡metió
un pez al interior de la canoa! ¡Magnífico! Subidón de adrenalina, y nuevo Momento de Gloria.Pero no habías quedado ahí los sobresaltos nocturnos. Subiendo de regreso, Jonás hace un alto.
-Ahí hay uno.
¿Dónde?
-Ahí ojo de huevo, en tierra firme.
A la orilla de la quebrada, había un talud de 2 m que marcaba el nivel máximo del cauce. Encima, la entrenada vista del a'i vio brillar. Sigilosamente, nos acercamos hasta arribar.
-¿Subes a tomarle?
Desde dónde estábamos, no le veíamos, y había que trepar por el talud para entre la vegetación, toparse de morros con el bicho.
-¿Yo? ¿Qué suba por aquí sin saber dónde está? ¡Ni de coña!
-Está bien, présteme la cámara que yo le tomo.
Esa idea me gustó más, así que allá subió Jonás equipado con mi Nikon D80. "Chiki", "chiki...así hasta 4 obturaciones.
-¡Chuta! Me salen borrosas.- Me susurró desde arriba.
Yo, envalentonado al ver que estaba localizado y que no pasaba nada, le propuse:
-¿Subo?
En ese momento, alguien debió de pensar: "Espera que mejor bajo yo". Algo rapidísimo suena entre la vegetación, y antes de que me llegara un alarmado "Cuidado", me llega un alarmante ¡CATAPLÓN! a la par que algo golpea mi espalda.
El lagarto, asustado, inició arrancada al río, con el contratiempo de que en su pista de aterrizaje, ¿quién estaba?...
El caimán, cayó dentro de la canoa, encima de una botella de plástico vacía que rebotó y fue lo que golpeo mi espalda. Según entró a la barca, afortunadamente pidió popa (el otro extremo), lugar al que tardó en llegar medio segundo.
Por ese entonces, y al ser todo tan rápido, ninguno de los dos sabía exactamente lo que había sucedido.
-¿Dónde está?- pregunta Jonás.
Es en ese momento cuando me giro, y...
-¡Mierda, está dentro!- Si, ahí estaba, en la otra punta del transatlántico, vamos, a 6 m míos, mirándome a los ojos y con sus 100 colmillos brillando. Puede que estuviese mirando al vacío, pero ese momento me sentía tan sólo en el vacío...
Jonas me dijo desde arriba que estuviese tranquilo, que no me haría nada, y esas cosas que se dicen más fácil cuanto más lejos.
Con mi cerebro pensando soluciones a todo lo que daba la rueda, se me ocurrían 2 planes:
>El lento, pasaba por levantarme suavemente y desembarcar.
>El rápido, era el de "al agua patos", dónde aparte de más caimanes, habría otros inofensivos animales como Pirañas, Anacondas, etc.
Sin darme tiempo a escoger (la selva es así), el lagarto emprendió nueva estampida, en esta ocasión hacía mí. No me da más tiempo que a ponerme con la cabeza cubierta con las 2 manos (excelente escudo para semejante boca, pero el instinto es así de imbécil). El estruendo de cosas rebotando dentro de la canoa para pronto. Desde mi "segura" posición pregunto:
-¿Dónde está?
-Levántese despacio y salga de la canoa, no le hará nada.
-Pero...¿Dónde está?-Giro mi cabecita...-Mierda, lo tengo a 1 m, ¡pegado al culo!- Ahora sí que le veía brillar todo el piñamen...
-Levántese despacio,- reiteraba Jonás.
Pero mi subconsciente, me decía que si no hacía nada, ¿para qué moverse? ¿No sería mejor esperar que se fuera a la otra punta?
Mientras, yo pensaba...y no pasó por mi cabeza toda mi vida como en las películas. Sólo pasaba la mierda de cuento que tanto me gustaba de colgate, en el que un cocodrilo hiperdentado era el protagonista, en la mierda de los nikis de Lacoste, en la mierda de película de Tarzán, o en el puto circo con su pecera llena de cocodrilos. Pasados unos segundos, esto tengo que plasmarlo. Le dije a Jonás que me bajara la cámara. Justo en ese momento...."Agur yogur". La bestia, desembarcó por estribor. Ahora sí, reímos y comentamos la jugada.
He de confesar que en ningún momento pasé miedo. Si alguien prefiere pensar la verdad, está en su pleno derecho.