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miércoles, 25 de diciembre de 2013

Las mentiras de la caza

Vengo de una familia dónde actualmente se caza únicamente como entretenimiento. Pero dónde la caza como suplemento alimenticio, ha sido fundamental años atrás. En mi familia se comían corzos, jabalíes, ardillas, pájaros carpinteros, liebres, ¡nutrias! y muy posiblemente otros cómo tejones y erizos. Hablo de las generaciones más próximas, pero sin remontarme mucho estaríamos hablando incluso de comer untu de osu en las cacerías más afortunadas. Soy por lo tanto, en parte, gracias a la caza. Sería tontería renegar a un pasado tan esencial. Si alguien lo hace, quizás sea porque no se ha parado a pensar en el pasado de su familia. Tampoco se me ocurriría renunciar a un instinto cazador que va en nuestros genes. Rastreo, observo, fotografío... Gozo con ello. Otros cazan.
El siglo pasado, llegaron unas poblaciones ya tocadas de fauna. Con la llegada generalizada de armas entre otros recursos, decayeron mucho. Verbigracia, caso de las aves rapaces, caso de los lobos, o caso de los osos pardos, que de no ser por un cambio de tendencia en las tradiciones, provocadas por cambios en las normativas, avanzado ya el siglo XX, seguro que ya no existirían.
Lo que aún quedaba en el monte, era herencia de lo que había pervivido históricamente, gracias a menores densidades de población por una parte, y sobre todo a una mayor dificultad para cazar. Por aquel entonces, podíamos coexistir con la fauna local, interaccionando con ella como depredadores. Esto era totalmente sostenible por aquel entonces.
Hoy somos muchos, y tenemos grandes herramientas para caza: armas casi perfectas, pistas y vehículos a espuertas, óptica, focos, reclamos, etc. Si nos volcamos con la caza, nos sobra capacidad para romper el equilibrio. Es la primera vez en la historia de los homínidos, la primera vez en millones de años, que nos enfrentamos a esta situación. Contamos con un coeficiente intelectual, que es nuestra principal herramienta para gestionar esta capacidad nuestra, que no necesidad: la caza.
Y es ahi dónde quiero entrar, porque la caza, hoy ya NO es una necesidad. Yo convivo con la caza, soy amigo del cazador. Yo soporto la caza. Quien me conoce lo sabe. Pero no por ello voy a admitir las dos grandes mentiras y todas sus variantes. Muy extendidas, y que nunca entro a rebatir, porque siempre tienen que salir en el bar, un sitio  poco propicio para enfrentar opiniones usando razonamientos.
1.- La especies cazables existen aún gracias a los cazadores: NO es cierto. Creer que las perdices, los conejos o los jabalíes existen a día de hoy gracias a los cazadores es un pensamiento tan extendido como falso. Los sitios en los que existen perdices, por ejemplo, debido a las sueltas cinegéticas. Primero, ¿son sitios aptos para las perdices? No todos los campos son aptos para albergar perdices, o bien por su distribución natural, o bien por el hábitat. Y segundo, si es sitio apto y no las había antes de la suelta, ¿cuál es la verdadera razón de su ausencia? En muchos casos ha sido el exceso de caza; en otros lo contraproducente que ha sido las propias sueltas cinegéticas que han contaminado genéticamente unas razas hechas aquí y "para aquí".
2.- El control de depredadores es necesario para la conservación de la fauna: Quien afirme que las perdices no puede subsistir sin controlar las poblaciones de zorros o las de águilas, que me argumenten como llegaron las perdices hasta nuestros tiempos cuando desde su aparición en el mundo hasta el comienzo de la caza intensificada, nadie hizo nada en su defensa. "Debieron de llegar de puro milagro" dirá alguno, "y menos mal que llegamos a tiempo...". En Amazonas, selva con muy poca presión cinegética gracias a la baja densidad de población, nadie controla a los jaguares o a los pumas, y estos no son capaces de acabar con los tapires, ¿cómo es posible eso? Y en Canadá, que los lobos no acaben con los renos cuando ambos campan a sus anchas, ¿no es eso milagroso? Sin embargo aquí, dónde todo lo sabemos, cualquier "experto del campo" te dirá que si no se mataran lobos, acabarían con todo.

Foto histórica de principios de los 90. Por si alguien cree que he crecido aislado del mundo rural y del mundo cinegético. Ahí tengo unos 11 años, y lo que posa a mi lado es una loba muerta por un cepo en el alto Nansa. Atada sobre el capó de un coche y expuesta en el centro del pueblo, era motivo de celebración. Eso mamé.
Donde existe fauna, deben existir depredadores. De hecho, estos son los más indicados para controlar a sus presas. No vayamos lejos. Amazonas, Canadá, Siberia....quizás alguien piense que me estoy llendo a "países lejanos" porque aquí no existen ejemplos pro-depredadores, o en contra de la caza como algo necesario: Los mejores ciervos de la Península Ibérica en las últimas décadas son los ciervos de la Sierra de la Culebra, los de la Cordillera Cantábrica (Saja, Fuentes Carrionas, Riaño, etc), y sitios aledaños. ¡Los mejores venados viven dónde hay lobos! Lobos que comen ciervos. Si señores, así es. Podría ser casualidad, pero tantas casualidades a nadie convencerían. Que me digan que el mejor venao fue uno cazado en la finca de El Pimpollar en Sevilla, está claro que se debe a animales "artificiales". Animales que comen pienso enriquecido, animales que viven muy lejos de lo que es natural, y que aunque esto no lo sé, no me extrañaría siquiera que esté contaminado genéticamente por otras poblaciones europeas. Ahí está la mano del hombre manipulando los bichos para hacer dinero, como siempre. Tampoco nadie se cree que el tercer ciervo mejor puntuado, cazado casualmente por el señor rey de este nuestro estado en la finca de La Ermita (Madrid), sea un "ciervo natural". Seguramente sea un bicho que nunca se ha visto en la necesidad de saltar la cerraura de un prau para llenar las tripas (al igual que su cazador). Es más, a saber dónde nació...
Haberlo jodido todo y querer ponernos la medalla de salvadores es muy fácil. Obviamente no serán las nutrias las que vengan a rebatirnos la teoría de que nosotros salvamos a las truchas mientras ellas se empecinan en comérselas a todas. Ellas no saben hablar para decir la verdad. Pero no nos engañemos. Si las truchas se acaban, será por nuestra culpa, no por la de la nutria. Si las perdices se acaban, será por nuestra culpa, no por la de la zorra. Si los ciervos no son mejores de lo que son, no culpa de los lobos, culpa de la caza tan poco selectiva que se realiza por parte del hombre.
Me parece perfecto que la actividad de la caza no desaparezca. A lo que no accedo es a que se diga que la caza es necesaria. Exceptuando casos muy concretos, esto NO es cierto.
A estas alturas, quien no quiera entender, que no entienda, pero cualquier persona con capacidad de pensar debería ser consciente de que la caza es un gran negocio a nivel mundial. Este negocio se fundamenta en ese instinto cazador que comentaba al principio que todos tenemos dentro. Espero de verdad que nuestra capacidad de gestión de los recursos, regulada por científicos, y no por esta industria, invierta la hecatombe cinegética de las últimas décadas. Hay mucho silencio comprado entorno a el tabú de la caza, y siento que alguien tiene que gritar. Así que allá voy yo con mi vocecilla. El negocio de la caza, nunca va a admitir ni esta hecatombe, ni tan siquiera va a admitir otros temas como por ejemplo:
1.- Los heridos por arma de fuego: Casi 1000 en el año 2007 en España (son los datos que he conseguido) y más de 20 muertos...
2.- La intoxicación por ingesta de plomo. El que se coma por despiste un perdigón...mal va. Pero ¿y el que no? Recientemente se ha descrito que cuándo una bala de plomo impacta en un cuerpo, partículas de este peligroso material en forma de esquirlas microscópicas se distribuye por las zonas periféricas al impacto. El que come carne de caza sabe que no siempre se descarta el lado en el que impacta la bala. ¿Alguien que coma mucha carne de caza se ha hecho análisis de nivel de plomo en su organismo? Me parece muy preocupante que la ciencia sepa de este riesgo y que haya un interés claramente posicionado en que no salga a la luz mientras sábado tras sábado la gente se atiborra a carne de caza. Ahí queda eso, el que sepa más sobre este tema, que arroje luz.
3.- En el tema de los derechos de los animales no voy a entrar porque ecológicamente tiene poco sentido, y por lo tanto, sin querer menospreciarlo, a mí me importa menos.

4.-Si lo que queremos es tener sitios llenos de piezas de caza sin depredores, quizás la solución sea soltar perdices de esas de granja tan fáciles de tirar dentro de polideportivos, soltar a gente armada con chalecos antibalas y cascos, ¡y que entren ahí a to ciscu! Quizás así también atajemos el problema a quien quiera ir a dar un paseo al campo a fotografiar, a coger setas, o simplemente a andar, y vea limitada su actividad, o simplemente cancelada, por la preferencia que se le da a un grupo de gente que sale a matar animales (para salvarlos claro!!).
Esta es la opinión de un humilde no cazador.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Cocodrilos que usan herramientas

No dejarán de sorprendernos los animales... en esta ocasión, son los cocodrilos. Esos seres de sangre fría, y de los que nunca me habría esperado un comportamiento tan elaborado como el descrito por unos científicos. Han estudiado con varios ejemplares en cautividad un curioso comportamiento en el que los cocodrilos se colocan unas ramas sobre el hocico o en la propia boca. Cita concretamente a las especies Crocodylus palustris y Crocodylus porosus. En su inmóvil rececho, balancean sutilmente la ramita esperando que alguna ardeida (garzas y garcetas), que crían en una cercana colonia, baje a por su rama para aportarlo al nido. En ese preciso momento, el gran lagarto, con un rápido movimiento, apresará entre sus fauces a la inocente ardeida...
Ejemplar de caiman enano.

El artículo en cuestión está publicado en el último número de la revista Ethology, Ecology and Evolution. Para los incrédulos, os recomiendo que leáis el artículo.
En la foto, un caimán enano Paleosuchus palpebrosus que pude sacar aquel épico día. Poco tiene que ver esta especie con las del artículo, pero es lo más aparente que tengo.

martes, 10 de diciembre de 2013

De puertu en puertu

Fué el otro día en una hermosa ría, en mi preferida, en la de San Vicente de la Barquera. Estaba con el telescopio viendo aves, y encontré un ejemplar de gaviota sombría Larus fuscus con una anilla de color, con unas letras. Cómo hago siempre en estas ocasiones, grabé en el móvil lo que veía.
Era un ejemplar de segundo año calendario, es decir, nacido en el 2012. Investigando en internet, averigüé, por las características de la anilla (color y códigos) quien la anilló. Es un investigador francés. Le escribí un correo electrónico, comentándole el hallazgo, y raudo, se puso en contacto conmigo para darme noticias sobre el ave. Cómo es norma entre los anilladores/observadores, él me pasó su historial. Esto es un registro en el que te viene dónde se anilló, en qué fecha, y por qué lugares ha pasado el ejemplar.
Me encanta que me llegue un historial, y ver cómo estos pequeños animales pasan de las fronteras, y ver por qué pueblos han pasado. Se limitan a viajar por el mundo sin más preocupación que el encontrar comida cada día, que por otra parte, no es poca preocupación...Si os parece, me he permitido la libertad, para hacernos una idea de la película de este ave, de poner enlaces a fotos de los pueblos por los que ha pasado, para que nos podamos hacer idea de los distintos ambientes que ha recorrido:
El ave nació en una isla atlántica cercana a las costas francesas, un poco más arriba de Rochefort. A finales de su primer verano, había volado unos kilómetros hacia el norte para acabar la estación cerca de dónde nació. Ese mismo invierno, un ornitólogo español, Antonio Gutiérrez, la observó durante la invernada en el pueblo coruñés de Valdoviño. Se había hecho un viaje majo por todo el golfo de Bizkaia la "palomica". Acabada la temporada invernal, regresó a su zona natal, dónde a finales de verano la localizó un colega francés en Les Sables d'Olonne. Eso fue 9 semanas antes de que la viera yo en San Vicente de la Barquera, probablemente en su viaje a su tierra de invernada, en Galiza.
Una compañera suya, tenía un trozo de sedal que le salía del pico, y que seguramente tuviese dentro de su aparato digestivo un anzuelo o aparejo similar. Es una pena ver cómo aparte de tener que luchar contra la mar y la contaminación, estos pobres animales han de luchar también contra estos otros elementos.
Deseo a nuestra protagonista y compañeras, una feliz invernada en las costas cantábricas/gallegas.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¡Nutria a 1725!

Hoy leí el mensaje de un amigo que vive en Badajoz. Me cuenta que el otro día iba en bici por el puente viejo, y me detalla el disfrute que aconteció cuándo localizó una nutria lutra lutra con su bebecito. Estuvo unos minutos escuchándolas, viéndolas, y compartiendo el momento con gente que pasaba por allí. Además pudo gozar con martines pescadores, ¡y con meloncillos! Cree que la naturaleza de nuevo ha hablado con él. Me lo dice así, y le entiendo, porque he tenido ese sentimiento tantas veces...
Joaquín, me lo has escrito tan detallado y con tanta pasión, que no puedo hacer sino dedicarte este relato, que sólo tiene en común a la nutria. Espero que te guste. Y allá va:
Ayer, el tiempo era plácido. Frío, pero sin nubes ni apenas viento. Un día perfecto para subir a la montaña nevada en busca de rastros. Una ruta que salía de los 900 metros, y que desde los 1200 metros hasta los 1800 que subí con mi amigo Mikel, estaba nevado. La vida del monte, una vez más, escrita en el suelo. Cuatro patas y cuatro ojos, estaban dispuestos a leer los 15 kilómetros de ruta sobre nieve que nos quedaban por delante. No imaginábamos lo despacio que íbamos a andar, culpa de la cantidad de versos que cruzaban la pista para uno y otro lado. Leemos enseguida los primeros rastros de jabalí. En los primeros prados, una cantidad ingente de actividad del gato montés. Unos que suben, otros que bajan...Realmente, sólo podemos asegurar la existencia de dos ejemplares, ¡pero parecieran decenas!
Huella de gato montés fresquita.

Las omnipresentes huellas de zorros, se entremezclan con las del felino. Es esta una ocasión formidable para ver las diferencias, notables, entre los rastros de uno y otro animal. Dejamos atrás los prados, y los rastros de gato montés, cada vez más escasos según entramos al hayedo, son sustituidos por el de las martas (o menos probablemente garduñas). Estas corretean por la pista hacia arriba, se salen por el talud de arriba, vuelven a la pista, bajan hacia el hayedo, vuelven, se pelean en el suelo...Es una pareja primero, y un ejemplar solitario después. Sorprende su presencia hasta superado el límite supraforestal, dónde sólo el zorro corretea ya a sus anchas. Un tímido oso cruzó por aquí hace ya días a juzgar por lo desgastado del rastro...Algún venau se mueve hacia zonas más bajas buscando la comida que arriba es difícil de encontrar. Los rebecos, sin embargo, vemos que aguantan en los riscos más altos, ¡sorprendente! En zonas inhóspitas, ratoncitos cruzan la pista de escoba en escoba cómo dentro del bosque lo hicieran las ardillas, ¿cómo pueden vivir en estas condiciones esos animalucos?. Hablo de zonas dónde hay un espesor medio de más de medio metro de nieve. Un águila real vuela por el valle hacia abajo con un buche tan lleno, que por un momento es confundido con el cuello de una garza real. Y así llegamos a la cumbre de nuestra ruta, a 1800 metros. Allí, el espesor de nieve ronda una media de 80 centímetros. Sale una brisa heladora, y no se puede parar uno mucho.
De repente una rastro en la nieve muy desdibujado. El primer pensamiento...un zorro pasó por aquí anoche. Pero no, estudiamos el rastro y vemos que va dando saltucos con grupos de 4 patas como lo hiciera un muestélido tipo garduña. Sin embargo, algo no cuadra. Un rastro quizás un poco grande, un lugar demasiado hostil en esta época, y por fin empiezan a cuadrar piezas:
Entre salto y salto arrastra algo, que puede ser una cola y...a 100 metros, de dónde viene el rastro, hay un río. Nos acercamos siguiendo las improntas, y justo. En animal no ha cruzado el río, sino que se ha ido desplazando por un cauce salpicado de islas de hielo y nieve, y que entiendo que baja a una temperatura muy cercana a los 0 grados. ¿Qué otro animal se podría desplazar por el curso del río emergiendo de isla en isla y sin salir al exterior durante muchos metros? Parece claro. No obstante, en estos momentos, he lanzado la consulta a un experto en el tema para constrastarlo y que me de su opinión.
Bajando por otro bosque, más y más rastros. Además, pinzones reales, zorzales alirrojos, y para rematar la faena, una hembra de pito negro que pasa volando frente a nosotros acabando ya el día.
Ahí estaba Joaquín, sí, a 1725 metros sobre el nivel de el mar, y con un espesor medio de 80 centrímetros. ¿Quién da más?