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jueves, 17 de junio de 2010

El que espera y no desespera...

Entiendo dos tipos de esperas.

-La primera, es la que más utilizo. Consiste en colocarse en una atalaya y conseguir tener el mayor campo de visión. En este tipo de espera, siempre está asegurado el avistamiento de uno u otro animal. El inconveniente, es que casi siempre hay una gran distancia de por medio, lo que puede hacer disminuir la calidad de la observación.

-El otro tipo de espera, es el de apostar por un paso en el que creas que el objetivo va a pasar. La podríamos denominar la “cuerpo a cuerpo”, porque si tienes suerte, el animal te pasará muy cerca. Cuentas en este caso con muy pocas probabilidades de ver al animal, pero si tienes suerte, la puedes gozar con una observación a muy corta distancia. El inconveniente es que la observación, de darse, será fugaz o casi.

En ambos tipos, existen dos fases ineludibles. Me refiero a una inicial, en la que cada movimiento de una rama o cada sonido se convierte en una alerta llena de emoción, y una final, que suele durar desde pasada la primera hora hasta que te vas, en la que con el paso de los minutos te sientes cada vez más absurdo, y en la que lo que en principio parecía bastante posible, cada vez parece más improbable. Esto quiere decir que en los primeros minutos, parece que en cualquier momento va a aparecer el bichu que esperas, para más adelante sentirte como un gilipollas perdiendo el tiempo, después haberte hecho no sé cuántos kilómetros, de haberte levantado a las 5, de haber pasado un frío inmedible, etc. He vivido muchos de esos momentos de creerme el hombre absurdo. Se me viene ahora a la cabeza alguna espera de más de 3 días sentado sobre una nevera de plástico sin moverme...¿Me sentía yo? ¿O realmente era el hombre absurdo? U otra espera de 3 días dentro de 4 paredes a 0 grados, con ventisca en la calle, y sin fuego. En aquella además, no me comí una rosca. Confirmado, ha habido días en los que me gané la figura de AbsurdoMan. En esos denigrantes momentos, miro hacia atrás para darme cuenta de los resultados que al final me han acabado dando esperas pasadas. Es mi truco para no desesperar.

En estas estaba esta mañana, en la fase de sentirme gilipollas digo, cuando una Urraca alarmada me hace prospectar un sector del monte mediterráneo que me hospeda con los prismáticos. ¡Ahí está! Un Lince Ibérico avanza con la boca abierta para ventilarse hacia donde yo lo espero. Está a unos 50 m, y tiene toda la pinta de que me va a pasar cerca. La verdad es que no estoy muy escondido, pero después me doy cuenta que no importará demasiado, el bicho me ha visto, y para mi sorpresa, no influyo en la ruta que lleva en su GPS. Asombrado, contemplo como sin ocultarme, puedo disfrutar de un Lince Ibérico pasando a menos de 10 m míos con aparente normalidad. Desde luego, impensable con la mayoría de las especies. Algo hay en esta especie que hace que no tenga miedo a nadie, y está claro que el que no se les moleste y cace, tiene mucho que ver. Sobra decir que también es verdad que mi ropa era muy discreta, estaba medio tumbado, no hice nada de ruido... pero vamos, que el animal, verme me vió.

Es importante no compartir el lugar del avistamiento. Lo que de una manera eventual no es una molestia, puede ser peligroso al normalizarse. Dado lo goloso de la especie, lo cercano de la observación, y lo fluida que corre últimamente la información, me veo en la obligación moral de ni tan siquiera dar pistas sobre el lugar.

6 comentarios:

  1. de frente vaya, pero de costado es bien feo jejejejejeje. A ver i dentro de unos años se ven a patadas por los campos mediterráneos.

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  2. Espectacular ¡¡¡, enhorabuena... vaya año, jeje.

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  3. Muy bueno hombre-absurdo-a-veces. Continúa la racha pero esta última me impresiona. Menos mal que dejas claro que esto no ocurre todos los días y que requiere meterle muchas horas y tener algo de suerte, sino se diría que es pan comido viendo tus entradas. Saludos

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  4. Muchas felicidades tron!

    Sabes que te entiendo bien con lo de "AbsurdoMan", pero los dos sabemos que es la manera de conseguir buenos resultados.

    Un abrazote,

    Yuribass.

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  5. La recompensa por tantas horas de espera y paciencia sin duda merece la pena. Es alucinante.

    Olga

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  6. Yo nunca me he sentodo absurdo en una espera infructuosa. Y he tenido muchas pasando mucho frío muchas veces. Esas esperas hacen que vuelvas a intentarlas hasa que sale lo que querías. Con la experiencia las esperas se vuelven más fructíferas. Es cuestión de tiempo.

    Un saludo.

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