Dentro de los momentos que vivimos, hay algunos que sin querer, hacen trabajar a nuestra memoria.
Hoy una foto, me hizo recordar esos maravillosos años que tuve oportunidad de vivir en los Pirineos. Llegué allá con 25 años, y me fui con 28. ¡Cuántas buenas vivencias! De las etapas que he vivido y vaya a vivir, sin duda aquella es una de las que recordaré con más cariño. No sólo por esas magníficas laderas con las que aprendí cosas nuevas como naturalista, si no también, por toda la gente que me hizo crecer como persona. Recuerdos en una tarde invernal, que envuelven de nostalgia a uno.
Pongo una foto que saqué por aquellos lares, y mando un abrazo a todas esas gentes con quien compartí mi etapa pirenaica.
Es que Pirineos deja huella. Y el quebranta es uno de sus simbolos.
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