Estamos en una fechas en las que se nos pone más fácil que nunca olvidar los problemas que pueden justificar preocupación. Y por las calles envueltas en villancicos, postales navideñas y escaparates invernales adornados por vivos colores, a mí se me viene a la cabeza esta estampa indubablemente mucho más estival.
Y es que el invierno va a ser invierno, pero el verano no sabemos si va a ser. Hemos pasado apuros en gran parte de los campos ibéricos, y la situación ha entrado en estado de latencia a mediados de otoño con las primeras lluvias. Es obvio que en los primeros meses no va a haber problemas hidrológicos. Sin embargo, depende de lo que haga en el próximo medio año, llegaremos a septiembre en un estado de alarma u otro. Es recomendable pese a que veamos nubes sobre nuestras cabezas que no perdamos la perspectiva de la situación, y que gestionemos nuestros recursos y sobre todo tomemos decisiones que condicionen nuestro futuro, y hablo como parte de la sociedad, teniendo presente el problema, que de momento está latente, pero no desaparecido.
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