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lunes, 24 de febrero de 2014

Rastros: el pito negro

Anteayer venía presto a casa. A 5 kilómetros de aquí, tras una curva, un sombra se me cruzó para posarse en un roble cercano a la carretera. ¡Era un pito negro! Este pájaro carpintero, el más grande de Europa, se suele encontrar en hayedos de la cordillera Cantábrica principalmente. Desde luego, no es habitual en esta zona de robles y prados en la que se me cruzó, y lo menos habitual, es tener que frenar por cruzarte con él.
Ayer desde la puerta de casa, con mis amigas Tania y Tüi, otro evento singular ocurrió. El relincho de dos ejemplares, probablemente de una pareja, despertó mi atención. No es fácil escucharlo tan cerca del pueblo. No por la cercanía, sino porque el no estar en el hayedo, hace que las pocas veces que lo oigo, sea a más de medio kilómetro. Hoy, sin embargo, se oía más cerca: dentro del robledal. Buscándoles, apareció en escena un macho de picapinos que disfrutamos con el telescopio. Escuchábamos también pico mediano y pito real. 5 minutos más tarde: "crui crui crui", el inconfundible reclamo de vuelo del pito negro, y orientados por él, una corta aparición de un ejemplar volando hacia la derecha para posarse fuera de nuestra vista. Estamos ya a finales de invierno, y cualquier día anticiclónico despierta el ávido comportamiento territorial de los carpinteros.
No obstante, depende del calendario, de la meteorología, o incluso de la hora del día, puede no ser fácil localizar directamente a estas aves. Aún así, contamos con otro recurso para localizarlos, sus rastros.
Consumidores de insectos que se ocultan en los troncos, sobre conocida su dieta en xilófagos devoradores de madera, necesitan trabajar la misma para llegar a ellos.
Pequeños agujeros hechos por los picos picapinos, pero grandes trabajos de fuerza bruta sobre vastos troncos realizados inconfundiblemente por el picamaderos negro. Son los talleres de pícidos, fáciles de encontrar en las zonas del bosque dónde estas aves pasan más tiempo. A veces, en nuestros hayedos, el Dryocopus martius deja impresionantes obras, pero sin parangón a lo que podemos encontrar en los abetos de los Pirineos. Grandes excavaciones en fustes, que inequívocamente apunta al pito negro. Es una señal digna de admirar. Os dejo con una foto sacada en un abetal pirenaico en una jornada otoñal.
Fotografía cortesía de Palmira Incera.

Hoy, cuándo estéis leyendo esto, probablemente esté en un territorio de pito negro. Con suerte, volveré a verle por tercer día consecutivo. ¡Qué placer!

1 comentario:

  1. Hola Montaraz
    Hoy, subiendo en bici el puerto de Carmona un picamaderos cantaba ¡en un eucaliptal! Cerca hay una repoblación de pino de Monterrey, pero me resultó novedoso y casi me olvido de la rampa del 8% que subía en ese momento.
    Espero que esta información no llegue a los gestores del medio natural de Cantabria.

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