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miércoles, 4 de diciembre de 2013

¡Nutria a 1725!

Hoy leí el mensaje de un amigo que vive en Badajoz. Me cuenta que el otro día iba en bici por el puente viejo, y me detalla el disfrute que aconteció cuándo localizó una nutria lutra lutra con su bebecito. Estuvo unos minutos escuchándolas, viéndolas, y compartiendo el momento con gente que pasaba por allí. Además pudo gozar con martines pescadores, ¡y con meloncillos! Cree que la naturaleza de nuevo ha hablado con él. Me lo dice así, y le entiendo, porque he tenido ese sentimiento tantas veces...
Joaquín, me lo has escrito tan detallado y con tanta pasión, que no puedo hacer sino dedicarte este relato, que sólo tiene en común a la nutria. Espero que te guste. Y allá va:
Ayer, el tiempo era plácido. Frío, pero sin nubes ni apenas viento. Un día perfecto para subir a la montaña nevada en busca de rastros. Una ruta que salía de los 900 metros, y que desde los 1200 metros hasta los 1800 que subí con mi amigo Mikel, estaba nevado. La vida del monte, una vez más, escrita en el suelo. Cuatro patas y cuatro ojos, estaban dispuestos a leer los 15 kilómetros de ruta sobre nieve que nos quedaban por delante. No imaginábamos lo despacio que íbamos a andar, culpa de la cantidad de versos que cruzaban la pista para uno y otro lado. Leemos enseguida los primeros rastros de jabalí. En los primeros prados, una cantidad ingente de actividad del gato montés. Unos que suben, otros que bajan...Realmente, sólo podemos asegurar la existencia de dos ejemplares, ¡pero parecieran decenas!
Huella de gato montés fresquita.

Las omnipresentes huellas de zorros, se entremezclan con las del felino. Es esta una ocasión formidable para ver las diferencias, notables, entre los rastros de uno y otro animal. Dejamos atrás los prados, y los rastros de gato montés, cada vez más escasos según entramos al hayedo, son sustituidos por el de las martas (o menos probablemente garduñas). Estas corretean por la pista hacia arriba, se salen por el talud de arriba, vuelven a la pista, bajan hacia el hayedo, vuelven, se pelean en el suelo...Es una pareja primero, y un ejemplar solitario después. Sorprende su presencia hasta superado el límite supraforestal, dónde sólo el zorro corretea ya a sus anchas. Un tímido oso cruzó por aquí hace ya días a juzgar por lo desgastado del rastro...Algún venau se mueve hacia zonas más bajas buscando la comida que arriba es difícil de encontrar. Los rebecos, sin embargo, vemos que aguantan en los riscos más altos, ¡sorprendente! En zonas inhóspitas, ratoncitos cruzan la pista de escoba en escoba cómo dentro del bosque lo hicieran las ardillas, ¿cómo pueden vivir en estas condiciones esos animalucos?. Hablo de zonas dónde hay un espesor medio de más de medio metro de nieve. Un águila real vuela por el valle hacia abajo con un buche tan lleno, que por un momento es confundido con el cuello de una garza real. Y así llegamos a la cumbre de nuestra ruta, a 1800 metros. Allí, el espesor de nieve ronda una media de 80 centímetros. Sale una brisa heladora, y no se puede parar uno mucho.
De repente una rastro en la nieve muy desdibujado. El primer pensamiento...un zorro pasó por aquí anoche. Pero no, estudiamos el rastro y vemos que va dando saltucos con grupos de 4 patas como lo hiciera un muestélido tipo garduña. Sin embargo, algo no cuadra. Un rastro quizás un poco grande, un lugar demasiado hostil en esta época, y por fin empiezan a cuadrar piezas:
Entre salto y salto arrastra algo, que puede ser una cola y...a 100 metros, de dónde viene el rastro, hay un río. Nos acercamos siguiendo las improntas, y justo. En animal no ha cruzado el río, sino que se ha ido desplazando por un cauce salpicado de islas de hielo y nieve, y que entiendo que baja a una temperatura muy cercana a los 0 grados. ¿Qué otro animal se podría desplazar por el curso del río emergiendo de isla en isla y sin salir al exterior durante muchos metros? Parece claro. No obstante, en estos momentos, he lanzado la consulta a un experto en el tema para constrastarlo y que me de su opinión.
Bajando por otro bosque, más y más rastros. Además, pinzones reales, zorzales alirrojos, y para rematar la faena, una hembra de pito negro que pasa volando frente a nosotros acabando ya el día.
Ahí estaba Joaquín, sí, a 1725 metros sobre el nivel de el mar, y con un espesor medio de 80 centrímetros. ¿Quién da más?

2 comentarios:

  1. Comenta que en el Parque Nacional del Pirineo Francés después de muchos años de ausencia ha vuelto la nutria (Lutra lutra), se está llevando un seguimiento del mustélido y entre otras cosas se analiza genéticamente todo ejemplar que aparece atropellado. Pues bien todos los animales dan dos linajes, uno relicto, descendientes de unos poquísimos ejemplares que pasaron desapercibidos, y la gran mayoría que son ejemplares que han subido río arriba de poblaciones asentadas cerca de la costa. Pues bien, la sorpresa ha venido de un ejemplar con genética aragonesa, un bicho que ha pasado por algún collado del Pirineo, sin duda alguna a más de 1.600 m. que es a los que están. 7
    Un saludo y felicidades por el blog.

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  2. Visteis un buen rosario de rastros. ¡Qué gozada! Un saludo.

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