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martes, 17 de enero de 2017

Celo imperial

Sin darnos cuenta, los primeros de los 365 días del año han pasado. Cada sol que se pone, un día que hemos tachado. Y cuando no queramos dar cuenta, tenemos la primavera contaminando cada rincón de nuestros campos. Y para que en primavera haya besitos y retoños, en invierno ha de haber delimitación de territorio en el áspero mundo de las águilas. Los días anticiclónicos, que aunque dentro del invierno, dejan ver sus tintes primaverales, son los más propicios para tal menester. Porteo de ramas por parte del águila imperial ibérica (Aquila adalberti) a su nido, que con ilusión está acondicionando. Entre viaje y viaje, ataques a otras aves que le pillan de camino. En el caso de la foto, un buitre negro (Aegypius monachus) estaba en el suelo a media ladera reposando, y una enfurecida imperial se deja caer del cielo sobre él con las armas preparadas. No hablo "águila", pero creo que decía "estás a 200 m de mi futuro nido, y tu presencia en esta ladera no me gusta del todo".

Del gran carroñero de casi tres metros de envergadura, no hay ni 2.000 parejas reproductoras en toda Europa. De la fiera águila, apenas se superan las 500 a nivel mundial. Y yo, como si me hubiera tocado el gordo, estoy en la ladera de enfrente disfrutando con semejante espectáculo. Me siento afortunado porque desde bien niño he soñado con vivir momentos como este, que por aquel entonces sólo parecían al alcance de productores de documentales. A día de hoy, puedo decir que disfruto a diario con fauna de este calibre. ¿Quién me lo iba a decir a mí? No sé el qué, pero entre todos mis errores, desde que cogía aquellos primeros tritones palmeados en el arroyo de mi barrio con mi mejor amigo, tanto él como yo, creo que algo hemos hecho bien para estar como estamos ahora. ¿Es o no es colega?
Sin embargo, la misma inquietud de siempre...Cuando tenía 9 años, si veía un ratonero desde nuestro SEAT Málaga no era feliz del todo hasta que no conseguía que lo vieran mis padres. El protagonista de una gran película puso en un cuaderno de campo en su idioma lo que venía a querer decir, que la felicidad sólo es real cuando es compartida. Y desde la soledad del monte,¿qué mejor herramienta para compartir que este blog?
Hoy hablando con una amiga, me transmitía que ahora lleva una vida que la hace muy feliz, pero que una realidad es que no tiene tiempo para salir al campo. Cuando ve fotos y lee aventuras en blogs o libros la hace sentir un poco metida en la piel del que corre la aventura, y de alguna manera, suple esa carencia. Me pidió por favor que no dejara de escribir en mi blog. Creo que basta con que arranque una sonrisa para que un escrito tenga sentido. Va esta aventura y foto para esta amiga, y sólo espero que siga manteniendo ese entusiasmo, y que pronto se lo empiece a transmitir al ahora pequeño Pablo.

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