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martes, 12 de mayo de 2015

Pa'los twichers

En los países de este de Europa y Asia, cría una especie de falconiforme que pasa los inviernos en África. Es el cernícalo patirrojo Falco vespertinus. En sus rutas migratorias, algún ejemplar cruza desviado de sus rutas habituales la Península Ibérica.
Una joya codiciada por twitchers. ¿Twichers? Si, los twichers son  obcecados buscadores de aves raras en una determinada zona. Me hace gracia como un twicher finés puede romper sus planes de fin de semana porque en la otra punta de su país haya aparecido una abubilla, mientras un twicher español no hace apenas caso de una abubilla que canta cada mañana al lado de su casa, pero se cruza la península un sábado por la mañana, porque el viernes por la tarde ha leído que hay un ampelis a 600 km de su casa. Muchas veces lo hacen por el mero hecho de poder decir que han visto esa especie, y que la tienen tachada en la lista de aves vistas en su vida. Una afición muy respetable en la mayoría de los casos. Sin embargo, hoy compartiendo por teléfono un momento de gloria con un ornitólogo conocedor de la zona, me recomienda que no comparta la localización. Alega que ha visto como twichers entraban en zonas de cría de avutardas y de otras aves en épocas delicadas porque alguien les había dicho que allí habían visto un ave rara. Famoso fue también el caso de ornitólogos que cegados con ver una ¿collalba desértica? (tanto me interesaba que ya ni me acuerdo seguro de la especie), entraron en un recinto acotado de unas dunas bizkainas dónde se intentaba proteger una planta endémica o escasa (no recuerdo). Patético, "amantes de las aves" pisoteando plantas amenazadas. Ha habido muchos casos más, como aquel fotógrafo que por hacer la foto a un ganso raro tuvo los santísimos de meterse con un vadeador en una laguna castellana llena de gansos para acercarse "siempre un poco más" hasta que levantó a todas las aves. Yo eso no lo vi, pero entra dentro de lo que soy capaz de creer basándome en los casos que conozco. O aquel que primavera tras primavera presumía de ir a cantaderos de urogallo, uno tras otro, alegando que es que estaba haciendo un estudio. Ninguna administración le autorizó ese estudio, que por cierto, varios años después, y tras la visita segura de varias decenas de cantaderos, aún no ha salido a la luz. Una pena que haya gente entre los supuestos amantes de la naturaleza que antepongan su afición al bienestar de las aves.
Y dirá quien me conozca...."mira, el que el año pasado se cascó 8 horas seguidas de coche para ver un búho en Francia". Bueno hombre, era una ocasión especial...¡siempre he soñado con el búho nival! Y ahí lo tenía a huevo. Pensaba que colaría lo de que era una tapadera para ir a visitar a Lulú, pero veo que no...
Conozco a muchos twichers (y fotógrafos, a los cuales también se puede aplicar este discurso), y he de decir en defensa de ambos colectivos, que se componen mayoritariamente de gente respetuosa con el entorno. Y aprovecho para hacer desde aquí un llamamiento a esa gran mayoría, para que condenen los irresponsables actos de esos pocos tiburones de la ornitología, a los que no hay que hacer más que educar con desaprobaciones. Si les gusta la naturaleza, estoy seguro que podrán llegar a anteponer el respeto a ella por encima de su disfrute.
Bueno, el caso es que iba hoy al pueblo a hacer un recado a media mañana, y cual es mi sorpresa cuando veo una hembra de patirrojo al lado de la pista. Un ejemplar muy confiado (ya me lo habían advertido en alguna ocasión), que se dejó fotografiar a placer desde dentro del coche. No es la primera vez que lo veo, pero en la anterior ocasión, fue en el Pirineo oscense, hace...¿8 años? Os dejo esta maravilla.
Afortunados los que disfrutamos con el cernido de un cernícalo vulgar, porque seremos felices muchos más días.

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