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jueves, 17 de octubre de 2013

Cinco años después...

Hoy, 17 de octubre del 2013, llegaba a Cantabria con un coche con todas mis pertenencias encima hace justo un quinquenio. Volvía después de cinco años lejos de mis montañas.
Volvía a ver los robledales de Gormeján, los Picos de Europa, la Sierra del Cordel, la de Peñasagra, y la maravillosa costa cantábrica. Fué un momento muy feliz para mí. Volví a ver a mi gente.
Pero no todo es blanco o es negro. Hace cinco años dejé atrás los Pirineos con sus abetales, Javalambre con sus extensísimos sabinares, el Prepirineo con sus mallos. Mis retinas dejaron de disfrutar cada amanecer con las Sierreras de la Partacúa o de la Tendeñera...Mi línea de horizonte no la cortaría más la Peña Collarada, los pastizales del Oturia, la magnífica Peña Oroel. Los fines de semana ya no recorrería los valles del Otal, la foret de Isaux o el Salto de Roldán. Cambiaría los bojales por acebales, los abetales por hayedos, los pinares por robledales y los ibones por pozas. Pero más allá de todo esto, dejé de compartir grandes momentos con esas nobles gentes. Gentes de maravillosos pueblos como Sabiñánigo, Jaca, Sarrión, Huesca, Teruel, Zárágózá, Sariñena, Barbastro, Siétamo, Ejea de los Caballeros, Mora de Rubielos, Mosqueruela, Alcañiz, Calamocha, Caminreal, y un sinfín de apartadas poblaciones, con un encanto especial que sólo en Aragón podemos encontrar. Gracias a estas montañas, y gracias sobretodo a todas estas gentes e incluso gente de otras partes que también aquí conocí, por lo bien que me trataron en todo ese tiempo. Aunque lo saben, les digo desde aquí que desde entonces, mis gentes ya no sólo están en Cantabria, y que con cariño, desde entonces siempre digo que Aragón es mi segunda tierra. Y lo hago lleno de orgullo. Lo que han conseguido, es que nunca me olvide de ellos, ni de su tierra. Lo que han conseguido es que ame el acento maño, la fabla, y que mire cada día de invierno en el tiempo cuánto ha bajado el termómetro en Teruel.
Ayer, para conmemorarlo, me di un paseo por el Salto de Roldán, un sitio mágico para mí. Allí vino a recibirme un treparriscos que no pude fotografiar, y otra rapaz que sí que pude retratar a placer. Aquí os dejo con un gavilán Accipiter nisus que era hostigado por un grupo de aviones roqueros.
Ejemplar de gavilán sobrevolándome.


3 comentarios:

  1. hombres que pasan....pero no olvidan

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  2. Pues fíjate yo, que he cambiado Sevilla por Estocolmo... de trabajar en Doñana a hacerlo en Ekoparken, el primer Parque Nacional Urbano del mundo: Cada lugar tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Siempre hay que saber sacarle el gustillo a los lugares y quedarse con buenos recuerdos en la memoria.

    Un saludo desde el norte Máximo.

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