Atentos a esta porque es muy buena, y cómo dice mi amigo Yuri, "está mal que lo diga yo, pero no está aquí mi abuela para decirlo".
Hay veces, en los que uno mismo quiere huir del monte, pero sin saber muy bien por qué razón, el monte va conmigo, y donde menos me lo espero, aparece.
El jueves bajé a la cabeza de comarca a ver gente y pasar unas agradables horas en sociedad, cosa que procuro hacer al menos una vez por semana. A la hora de retirarme, coincidí con otra persona que también se iba. Íbamos por una calle del pueblo hablando, cuando de repente algo llegó a mi tímpano derecho.
-¡Nutrias!- exclamé.
Raudo busqué un ángulo adecuado para poder prospectar el ensombrecido cauce. Las farolas no servían de mucho, pues aparte de deslumbrar, no alumbraban gran parte del río. Yohanna, otra entusiasta del tema, las localizó rápidamente.
-¡Ahí están! Parecen tres.
No podíamos creer lo que veíamos. Aparentemente una madre con dos crías ya grandes, chillaban a la vera de las calles principales del pueblo. En un momento dado, salieron a una orilla llena de piedras de río, y parece que empezaron a arrastrar algo. Pronto dedujimos que se trataba de una carroña, probablemente de un perro de unos 5 kilos, aunque la falta de luz, hace aventurado saber de que se trataba.
Tuvimos la idea de acercarnos por detrás de una estructura de piedra para asomando las cabezas, probar suerte a ver si no nos localizaban. Fuimos con cautela, y lo conseguimos. Tumbados, nos asomamos, y pudimos disfrutar muy cerquita de 2 de los ejemplares, seguramente los jóvenes, comiendo y disputándose la carroña. Aún estando cerca, el uno dijo que era perro, y otro que gato...Por una parte, seguía faltando luz, y por otra el cuerpo estaba deformado.
En un momento dado, una de las nutrias nos sintió, levantó la cabeza, y dió un abufonado gruñido. Desconozco si se percató de que éramos personas, pero lo que está claro es que vió algo extraño a la vez que localizaba nuestra posición. Lejos de huir despavorida para proteger su vida, tras el bufido vino una serie de riñonadas tirando de la presa, reculando y sin perdernos la cara hasta que consiguó meter la presa al cauce. Nadó a la otra orilla, a poco más de 10 m, y allí, a la sombra, siguieron las 2 comiendo y disputándose tan preciado saco de proteínas.
No tenía cámara encima (últimamente, me pillan siempre "en pelotas"). No obstante, tenía en la recámara un vídeo sacado a 2 cachorros la primavera pasada en un río andaluz justo hace 1 año (el 16 de junio del 2010). ¿Será posible que se haya dado semejante casualidad? Por aquel entonces, os colgué una foto y un texto, al que Violeta, una amiga, hizo alusión. Yo la prometí que en algún momento, tras corroborar que existía una calidad mínima del video, lo compartiría con ella. Hoy, tanto ella como vosotros, podéis disfrutarlo en esta entrada. El espectáculo es similar al de ayer. Más lejos, pero con muy buena luz.
Prueba de que yo no persigo al monte, me persigue el a mí...
No está mal que lo digas tú, hombre!!, enhorabuena por ese momento a los dos...por cierto, tengo que enseñarte yo un vídeo de estas...Un besote!!
ResponderEliminarBea.