Me levanto, me asomo a la ventana, y no, no me he dormido. Hay tanto luz porque todo el suelo es blanco. Ha nevado toda la noche, y en el suelo, 15 cm de nata adornan la tarta en que vivo.
Voy a la cocina y reavivo el fuego. Con la puerta cerrada, enseguida sube la temperatura. Los tejados de hoy día, los dobles acristalamientos, hacen del día a día en casa algo muy diferente a lo que se vivía hace no tanto en estos pueblos por invierno, cuando cada temporal del norte, suponía unos cuantos días de frío en el cuerpo asegurado.
Entonces, si me hubiera subido contigo, efectivamente, no habria podido bajar a Madrid. Si lo llego a saber.
ResponderEliminarBesotes.