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lunes, 10 de agosto de 2015

Aflojando

Después de haber sobrevivido al febrero más duro y al julio más tórrido de mi vida. No he pasado de despertar en las montañas a amanecer en las llanuras manchegas. He pasado de salir de casa con 1 metro y 10 cm de nieve a aplanarme a más de 40 grados al abrir la puerta por la tarde. Esto viene a demostrar que los extremos no son buenos en el tiempo, como ocurre en el resto de campos de la vida. Extremoduro y Extremadura, de hecho, creo que son los únicos extremos buenos que he conocido.
Sin embargo, acabando julio tornó el tiempo, y aflojaron las temperaturas máximas. Ver en la previsión una máxima de 33 grados, es ya motivo de alegría, y supone un día de disfrute en el campo asegurado. Creo que los registros del julio pasado, me han tenido muy al límite de todo. Sólo la rica sandía de Villacañas me salvó de una deshidratación integral de cuerpo y alma segura. Amaneceres "fresquitos" a 17 grados aderezados con una pizca de relente, me hacen campear a las mil maravillas entre las 7 y las 9, encontrándome por un par de horas al día como si estuviera en mi propia tierra. Os pongo una foto del ambiente que había hace unos días minutos antes de que saliera el sol por oriente.

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