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domingo, 16 de febrero de 2014

¿Cuántos años tiene?

A la gente que no está introducida en el mundo de la ornitología le sorprende que se pueda distinguir una especie de otra a veces incluso a larga distancia. El conocimiento y la experiencia lo hacen posible.
Muchas veces, los distintos plumajes entre machos y hembras, hacen posible incluso saber de que sexo es el ave, aunque no siempre, habiendo especies sin dimorfismo sexual.
Pero, ¿se puede saber la edad de un ave por la apariencia de su plumaje? Por supuesto. Los juveniles, no sé si en todas las especies, tienen un plumaje que a veces difiere poco del de los adultos, pero otras mucho. Puede ser tal la diferencia, que a menudo, ejemplares de la misma especie se consideran especies distintas por la gente. Valga como ejemplo el caso de los alcatraces. Muy oscurotes su primer año de vida, y blancos con algo de negro de adultos. En nuestras costas, al alcatraz juvenil se le llamaba cofre, al adulto no, considerándole otra ave.
Hay casos en los que es más complicado, y hay que fijarse en detalles concretos. Afortunadamente, y gracias sobre todo al trabajo llevado a cabo por los anilladores en la mayoría de los casos, tenemos bibliografía para datar las aves. Últimamente, la revolución de la fotografía, ha hecho de esta vía otra herramienta para el estudio de plumajes. Todos sabemos, que sacar una foto buena de un ave al vuelo es mucho más fácil ahora que hace 30 años.
Os voy a poner una foto de un ratonero Buteo buteo sacada en febrero, y me van a disculpar los expertos anilladores, a los que mis comentarios parecerán básicos, aunque espero que no incorrectos. De ser así, espero que se me corrija. Como decía Masio el de La Hayuela en sus trovas: "Que me disculpen mi torpeza para entonar estos versos".
Es un ave nacida la primavera anterior, por lo que se puede denominar ejemplar de primer invierno o de segundo calendario (nacido el anterior año). Plumaje juvenil. Apunto varios detalles que nos demuestran su edad.
Pinchar la foto para ver más grande.

1.-Comenzamos con uno muy fácil de ver en esta foto, y que casualmente no corresponde a una característica del plumaje. Es el color del iris. Claro en este ejemplar, oscuro en los adultos.
2.-El pecho estriado verticalmente. Es típico en adultos que sea un diseño más plano, sin esas "lágrimas" pardas sobre fondo claro.
3.-El borde de fuga del ala, esto es el extremo de las plumas de vuelo. Siempre es oscuro, pero en los juveniles contrasta menos con la zona blanca del panel alar por estar más fundido en una transición. De tal manera, en los adultos se forma una franja oscura en el borde del ala muy definida.
4.-El rayado horizontal del panel alar está formado en los adultos por unas rayas más estrechas que estas.
Es obvio que estos dos últimos puntos son más difíciles de ver sin conocer varios casos de juveniles y de adultos para comparar, no así los dos primeros.
Hay más detalles que pueden ayudar a confirmar que estamos ante un juvenil, pero lo vamos a dejar así, porque sólo con el primero punto, ya podríamos saber su edad. Hay que decir no obstante, que algo que parece tan fácil, se complica en la realidad, pues el plumaje de adulto lo alcanzan hacia su cuarta primavera. Entre medias hay varias fases de transición entre juvenil y adulto, y sólo los expertos, muchas veces necesariamente con el ave en mano o con unas muy buenas fotografías, pueden datar.
Añadir por último para quien le interese el tema, que existe o existía por la red unas fichas muy interesantes sobre muchas especies, cuyo autor es Javier Blasco Zumeta, anillador aragonés que nos ha instruido a ignorantes como yo a través de su divulgación desinteresada en la red.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Dobres y Cucayo

Tenía alrededor de 15 años, y su pasión por el monte, le hacía mirar durante horas y horas los mapas topográficos de las zonas montañosas de su región.
Como niño, le gustaba soñar. Soñaba que de mayor viviría en uno de esos pueblos cabecera. Soñaba con los hayedos de Pido, las umbrías de Ledantes, las forestas de Barrio, los alrededores de Vejo... Aquellos arrinconados Dobres y Cucayo, el apartado Caloca, o el salvaje Vendejo. Soñaba con Cueva también, soñaba con Tresabuela, con Uznayo...Siempre con pueblos encaramados al pié de la cordillera. Aquel mozo, veía la sociedad que le rodeaba, veía el sistema en el que tenía que encajar, y no lo acababa de ver claro. Vivir la montaña, desde la montaña, era su único objetivo.
Le apenaba no haber nacido en un puebluco de aquellos. Aunque quizás crecer en una ciudad haya sido un favor a su rumbo. Pasaron otros 15 años, y a las primeras de cambio, en cuanto la cosa se puso un poco fácil, aquel niño se hizo la mochila y se fue al monte. Ahora vive una segunda niñez. Vive en aquel arrinconado pueblo con el que soñaba cuando se tiraba horas y horas mirando la hoja 81. Con acción donde antes había sueños. Montes donde antes mapas...
Hace dos días estuvo todo el día nevando. No salí de casa hasta avanzada la tarde que paró. Aproveché para retratar el pastel con todo el glas recién espolvoreado. Volví de noche. La nieve y la luna, se aliaban para iluminarme el camino. En cada valleja, un macho de cárabo marcaba su territorio, y en los prados de enfrente, un zorro clamaba al celo. Si señores, aquí vivo:

Llegué a casa, descargué la foto, y lloré. No es un sueño. Entusiasmado, se la envié vía móvil a un vecino.
- "¿Te das cuenta que vivimos en el paraiso?".
-"Ya, ¿pero dónde está Eva? ¿la lasciva pecadora?
Otro me respondió:
"Te habría dicho el difunto mi padre: si hubieras llorao sobre la nieve tanto como yo...".
Si, vale. Vivir aquí tiene sus desventajas, cómo no. Si no, aquí viviríamos 200.000, y en Santander 21...
Por suerte, para los que no viven en un sitio así, cuentan con una amplia oferta de turismo rural que puede hacer de esa semana de vacaciones siete días inolvidables. Pueden vivir cada uno de esos siete amaneceres con sus correspondientes regalos a la retina. Pueden ensordecerse con el río Frío, olvidarse de sus deberes profesionales, o pasear por las pistas para encaminarse a una noche seguro que reconfortante.

lunes, 10 de febrero de 2014

Ni palomas ni hostias

Los vientos huracanados que los últimos días azotan esta geografía han cambiado por un temporal que entra desde el noroeste con una borrasca atlántica que nos ha traído temperaturas algo más bajas, y precipitaciones. La cota de nieve, baja ahora mismo hasta los 500 metros más o menos.
Anochecí con el ruido del vendaval aún, que ya parecía omnipresente allá por dónde fuera. Amaneció con esa sensación de haberme quedado dormido...la habitación tan clara...¿será que son las 10? No, que va, son las 8:30, pero ha vuelto a nevar. La luz incide en el suelo, en las paredes, en el techo...Una luz sin sombras. Está nevando, y hasta mi habitación se ha vuelto blanca.
Salgo a la calle. Aún hay poca nieve, unos 5 centímetros, pero el día promete más. Media mañana y no se oye al vientón, no se oye el claxon del panadero, ni tractores, ni el coche que trae el periódico a la posada. Ni las yeguas salen hoy al bebedero...o no lo han hecho aún. Sólo unas huellas en la nieve, delatan que Mariano y El Rubio han salido de casa ya.
No cantan los petirrojos, no reclama el pico mediano, no chilla el ratonero. Faltan las voces de las vecinas llamando a las gallinas. Falta el ladrar del corzo, el graznar del cuervo o el miagar del gatu. Tan sólo desde el fondo del valle, llega el rumor del río Frío: única banda sonora en este clamor del silencio.
Las palomas blancas son un símbolo. Esto, es paz.
Pinchar la foto para verla a mayor tamaño.

sábado, 1 de febrero de 2014

Búho nival

"He visto cosas que los humanos no creeríais...búho nival el pasado lunes..."
Hace 10 días leía de manos de José Gómez Aparicio, un colega pajarero extremeño, tales palabras. Con un aire de humor, hacía parodia de algo que a primera vista puede parecer una chorrada al que no conozca el tema. Está claro que exageraba con la cita, ¡pero tampoco tanto!

Si nos paramos a estudiar al búho nival bubo scandiacus, es una rapaz nocturna que se distribuye únicamente por el círculo polar ártico. Abajo, un mapa sacado de la wikipedia:
En verde las zonas de cría. En azul, en las que se extiende para invernar.
Cómo véis, en invierno baja hacia el sur, pero se queda normalmente muy lejos de nuestras latitudes. Muchos ejemplares se adentran en la mar, y vuelan, vuelan, vuelan...hasta encontrar tierra y posarse. Vuelan a vida o muerte. En ocasiones, en mitad del océano, se topan con un barco. Este es un sitio estupendo en el que posarse y descansar. Es un descanso a priori provisional, pero que muchas veces, el agotamiento y el miedo a una experiencia similar, se convierte en un descanso que les acerca a zonas donde habitualmente no se desplaza esta especie.
Este año, al parecer, hay más observaciones de las habituales en zonas como Holanda, dónde no todos los años llegan, y hay 3 aves localizadas en Francia, algo expepcional. No se puede saber si el ave ha venido por si sóla, o si su viaje ha sido asistido por un barco, lo que parece bastante seguro, es que se trata de un ave salvaje.

Así pues, sentado en mi casa, al calor del fuego, comenzó un serio planteamiento de si ir o no ir. Ir sólo era factible, pero desde luego, más caro por un lado, y por otro lado menos gratificante que pudiendo compartirlo con amigos.
Empezaba pues la búsqueda de gente dispuesta a viajar. No era fácil. Gente dispuesta a viajar si, pero que le guste este tema como para darse una paliza de ir, venir, aguantarme, etc...Fué difícil, pero cayeron en las redes 3 incautos jovenzuelos: Judith Blasco, Álex Colorado, y Alejandro AvesCantábricas, con quienes adelanto ya, que fue todo un placer viajar, y compartir uno de los momentos más emocionantes de mi vida como naturalista.
Subimos en el viejo focus a media noche, y fuimos directos, y además sin pausa, durante 8 largas horas llenas de lluvias, granizadas, tormentas (estas más escasas), peajes, etc. Llegamos al amanecer a la Isla de Ré, cerca de La Rochelle (en el departamento de la Charente-Maritime). Se trata de una isla de unos 30 kilómetros de larga, 16.000 habitantes, y que está unida al continente por carretera.

Llegamos allí con las piernas anquilosadas, las vejigas preñadas y con la ilusión desbordada. Fuimos más o menos directos a cierto sector de la isla al que nos dirigimos por unas indicaciones de Jesús Menéndez y Gorka Ocio (agradecimiento desde aquí amigos). Era un territorio bastante llano, con poca vegetación arbórea, poco arbusto, y un paisaje dominado por campos de herbáceas cortas, y por balsas de cultivo de ostras. Ello facilitaba una amplia visibilidad. Aparcamos, meamos, y nos subimos a un montón de tierra por este orden. Echamos los binoculares a la cara, y pronto nos pareció ver a más de 1 kilómetro de distancia un bulto blanco, que podría ser. Montamos un telescopio, y justo, allí estaba el objetivo. Ahora el problema estaba en llegar allí en unos campos con una red de pistas interrumpidas de contínuo por canales de agua. Tras una segunda o tercera intentona, conseguimos llegar a un sitio en principio cercano. Buscamos, y no le vimos, pero si localizamos a dos personas con sus telescopios montados mirando hacia una misma dirección. Ya estaba, parecía seguro que lo íbamos a ver. En 10 minutos estábamos allí con ellos, y gozándola por fin delante del búho nival. Un sueño hecho realidad.
Es un ave bien conocida desde que era pequeño, pero tan difícil de ver, incluso yendo a sus zonas de cría, que nunca me había planteado la posibilidad de verlo. De ahí que me haya hecho tanta ilusión. No he calculado a qué distancia estábamos, pero a ojo diría que unos 300 metros.
Hubo gente que se quiso acercar a sacarle fotos, pero les invitamos a no hacerlo. Probablemente pudiéramos acercarnos a la mitad de distancia sin que se levantara. Probablemente a una cuarta de distancia. Muy probablemente, finalmente hubiese volado. Por un lado, el bicho ahora necesita comer y descansar, para cuando proceda retomar la dura vuelta. Lo que menos favor le puede hacer es molestarle ahora que ha encontrado su sitio de invernada, obligándole a buscar otra zona favorable. La zona parecía muy propicia, pues tenía una buena población de conejos, y también algo que dejaba señales parecidas a los montones de tierra que hacen Arvicola scherman. Comida, y tranquilidad, ¿para qué más?
Por otra parte, muchos ornitólogos franceses y de otros países también, se están desplazando como hicimos nosotros para poder disfrutar de tan bello animal. Si como grupo de personas lo llegamos a hacer volar, y casualidad o no, este fin de semana las decenas de personas que van a ir no lo ven, ¿cómo deberíamos sentirnos los que allí estábamos como colegas ornitólogos? Fotos de búho nival ya las hay muy buenas por ahí, y con google se pueden conseguir además, así que no seamos tan egoístas de acabar con el disfrute de otras personas por tener una buena foto, que muy seguramente no se parecerá ni de lejos a las que encontremos en la red.

 
Ejemplar joven de hembra de búho nival en Francia (invierno del 2014)

Yo le hice la que os comparto mediante la técnica de digiscoping. ¿No vale con traerse esto a casa? Carece de gran calidad, pero lo que ha de representar es el momento, y para mí el que no esté más cerca o el que no tenga más calidad, carece de importancia.
Vimos más cosas que os contaré otro día, pero este fue la estrella. Gracias por la actitud de campeones a Álex, Judith, a mi incondicional Alejandro, y la familia de ambos varones, sin cuya ayuda no habría sido posible la hazaña.