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lunes, 10 de febrero de 2014

Ni palomas ni hostias

Los vientos huracanados que los últimos días azotan esta geografía han cambiado por un temporal que entra desde el noroeste con una borrasca atlántica que nos ha traído temperaturas algo más bajas, y precipitaciones. La cota de nieve, baja ahora mismo hasta los 500 metros más o menos.
Anochecí con el ruido del vendaval aún, que ya parecía omnipresente allá por dónde fuera. Amaneció con esa sensación de haberme quedado dormido...la habitación tan clara...¿será que son las 10? No, que va, son las 8:30, pero ha vuelto a nevar. La luz incide en el suelo, en las paredes, en el techo...Una luz sin sombras. Está nevando, y hasta mi habitación se ha vuelto blanca.
Salgo a la calle. Aún hay poca nieve, unos 5 centímetros, pero el día promete más. Media mañana y no se oye al vientón, no se oye el claxon del panadero, ni tractores, ni el coche que trae el periódico a la posada. Ni las yeguas salen hoy al bebedero...o no lo han hecho aún. Sólo unas huellas en la nieve, delatan que Mariano y El Rubio han salido de casa ya.
No cantan los petirrojos, no reclama el pico mediano, no chilla el ratonero. Faltan las voces de las vecinas llamando a las gallinas. Falta el ladrar del corzo, el graznar del cuervo o el miagar del gatu. Tan sólo desde el fondo del valle, llega el rumor del río Frío: única banda sonora en este clamor del silencio.
Las palomas blancas son un símbolo. Esto, es paz.
Pinchar la foto para verla a mayor tamaño.

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