Esta mañana he sentido el placer de la fresca humedad.
He disfrutado de las brumas, del lejano ladrar de los corzos, y de los omnipresentes verdes. He disfrutado también con el sonar de las abundantes rigueras, e incluso puedo decir que he disfrutado girando el volante a uno y otro lado de manera tan continuada, que se han ejercitado músculos que parecen querer empezar a atrofiarse a lo largo de mis antebrazos. Mi pelo, deshidratado en las últimas semanas, ¡se ha puesto lustroso y contento!
Esta mañana he amanecido en La Montaña Cantábrica. Nostalgia, murria y placer, mucho placer.
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