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viernes, 29 de mayo de 2015

De extremo a extremo

Un día alguien me decía por teléfono, ¿vaya cambio no? ¿Te has ido de un paisaje al opuesto no?
Ya le dije que no se llevara a engaño. No era tan distinto esto a aquello. Al fin y al cabo, tras una primera inspección, enseguida me percaté de que tanto las hayas de allí, como los carrizos de acá, tienden a crecer verticales. Siendo esto así, ¿dónde está la tan notable diferencia entre este paisaje y el que me ocupaba?
Realizada tan espantosa comparación, represento un ejemplo de como también la ornitofauna nocturna me recuerda a cada anochecer, que ya no vivo bajo aquella peña calcárea de La Cantábrica entre hayedos y robledales, sino empericotao sobre una cotera en un olivar mediterráneo. Antes, me cantaba el cárabo en la chimenea de casa. Ahora, lo hace el chotacabras cuellirrojo.




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