18 horas de coche, 1600 km, 27 horas con los prismáticos en la cara y 0 Linces.
Era injusto, pero la observación de fauna es así. Recogimos nuestros bártulos después de 3 días de intensa espera. No habíamos tenido suerte, y volvíamos a casa con un coloñu frustración.
Pero hoy era 22 de diciembre, el día del Sorteo de Navidad, y al parecer este año los premios no eran sólo en metálico. Ya volviendo, denoche cerrado, una curva nos deparó a Jandro y a mí una grata sorpresa. Un Lince Ibérico se cruzó en nuestras vidas, dándonos una alegría de pocos segundos, que celebraremos durante el resto de nuestras vidas. En los próximos días, Alejandro nos contará en su blog con más detalle cómo lo vivió él .
Ha sido una pena, de verdad, que los otros 2 compañeros que nos acompañaron en la aventura se marcharan 10 minutos antes. Yo, les brindo este éxito a ellos, pues se lo trabajaron tanto como nosotros.
La foto del paisaje que os pongo me la prestó Alejandro.
Eso es lo que hace estas especies especiales.....si se viesen como un tordo no harian gracia.
ResponderEliminarEl que la persigue la consigue..aupa!
Saludos camperos.