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viernes, 22 de enero de 2010

La presión puede al más fuerte

La presión...
Esa sensación que hace dar a cada uno lo mejor de si mismo, en ocasiones apurando demasiado. Ese "demasiado" es el que provoca los fallos en no pocas ocasiones.
Esto es lo que le ocurrión hoy en Castejón de Sos (Huesca) a un elegante Águila Real adulto, que era hostigado por 2 territoriales Cuervos frente a mi atónita mirada. En un principio, el Águila volaba alta cicleando sobre una ladera cubierta por robledal. Una pareja de Cuervos la descubre, y raudos se ponen debajo de ella para batir con fuerza y constancia hasta alcanzar su cota. Es entonces cuando comienzan a perseguirla intentado picar sus partes superiores. La gran rapaz, se dedica en principio a seguir cicleando evitando los picotazos con quiebros, amagos de voltearse, y poco a poco, alejarse de la zona conflictiva. Con el paso de los ataques, quizás agotada o quizás aburrida, comienza a perder altura intentando zafarse de los ataques. Es tontería, los córvidos, con vuelo potente la persiguen a su misma velocidad, durante demasiado tiempo, siendo al Águila Real, como los Peces Rémora a los Tiburones.
La dorada, se acerca cada vez más a la copa de los árboles, quien sabe si buscando refugio. En un momento de desesperación, y al acercarse a uno de los Robles que destacaban sobre el resto, intenta hacer un brusco giro como si de un Azor se tratara para posarse en una de sus ramas. Pero...no era un Azor, ni era un Gavilán...Era un Águila Real, muy diestra en otros ambientes y maniobras, pero no es la situación que nos ocupa.
Así pues, se dirige como decía a una de las ramas bajas y gordas de la zona media de una copa. Fallan los cálculos, puede la inercia, y sólo se agarra a la rama con una de las garras. Ridícula décima de segundo en la que se queda colgada de la rama boca abajo, para caer patas arriba dirección al suelo. Al Azor no, pero al Gato si. Antes de tocar suelo, con fuertes batidos de alas, y aún molestada, consigue enderezar el eje y desciende por la ladera sorteando copas hasta que consigue meterse en una de ellas. Automáticamente, los graznantes desisten y se marchan. Bien sabía la víctima, que posándose en un árbol, dejaría de ser molestada.
En circusntancias normales, esta situación, la de un Águila Real colgando de una rama cabeza abajo y de una pata, no se habría dado. Pero la presión, pudo con ella. Hubo presión, hubo reacción, y hubo fallo. Situación más que habitual para los humanos de los países occidentales.

2 comentarios:

  1. Que bien te lo pasas por estas tierras.
    Un abrazo y disfruta de todo esto.

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  2. buena analogia!! y curiosa aguila con aires boscosos.

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