Son las 5 de la tarde. Hace 32 grados, algo menos que estos días. La planicie amarilla del valle de La Alcudia me hace creer que aquí todos los veranos se superan los 40 grados en alguna ocasión. Hoy, afortunadamente, localizo una encina en el horizonte. Me hago amigo de ella durante 4 horas en las que poco se puede hacer aparte de pasarlas como mejor se pueda. El viejo Ford, bajo la castigada bellotera. A su lado, yace una hermana que no aguantó alguno de los últimos veranos.
A priori, no existe vida, ¡pero sí! Un joven de Alcaudón...¿o será Alcudión? vuela en la encina vecina. A los pocos minutos, un Buitre Negro vuela de largo creo que para ver si estoy bien. ¿Y eso que viene ahí? Navega una Golondrina, solitaria hacia Tarifa, ¡otra más!
Y por casualidad me entero, que estoy descansando a medio kilómetro de Sisapo. Una antigua ciudad romana de hace más de 2000 años, en la que se dedicaban a la extracción de cinabrio. Dentro de una hora, empezará sin prisa a bajar la temperatura, así que recojo para ir al monte. No sin antes pasar a ver si se puede ver algún resto de aquella ciudad. ¡Casualidad que justo fuera a parar aquí!
Pasalo bien y no te derritas!!
ResponderEliminarSaludos camperos.
¿En qué provincia te encuentras, amigo Máximo?
ResponderEliminar¡Aupa! Estaba en el sur de Ciudad Real, flipando con aquellos rincones. Ahora ya estoy, un poco más al sur, ya sabes...¡Andalucía!
ResponderEliminarhola Max 32 Grados,....40????
ResponderEliminarMejor me quedo en la tierruca, que se esta más frescu eh??
Besitos