Tras un parón de más de 2 meses debido a mi viaje, puedo decir con orgullo que llegué de la selva amazónica. Hay mucho que contar, y muchas fotos por compartir. Sin más preámbulos, voy a comenzar por lo que fue el momento con más carga de adrenalina. Me refiero a la noche de los lagartos, que era como los cofanes se referían a los caimanes ("batuas" en idioma a'ingué). Os copiaré en tinta diferente extractos del diario que viajó conmigo río arriba, río abajo.
Por la noche, nos vamos a fotografiar batuas (caimanes). La técnica a seguir es ir en la canoa muy despacio, y usando el remo sólo como timón. Ya de lejos, con la linterna, se ven brillar los ojos (como en los dibujos animados). En ese momento, uno rema recto a esos farolillos, mientras el otro no deja de alumbrar. Jonás, el joven a'i (cofán), remaba. Al estar cerca del animal, cesaba de remar para que la inercia nos acabara de llevar al saurio fluvial. Yo tuve la idea de ponerme en la punta de la canoa, para poder tomarles las fotos de cuanto más cerca. De aquella manera, parecía casi como esas antropofiguras de proa del barco pirata de juguete. Era lo mismo, pero con una cámara en la mano.
Mis primeros disparos fueron ruinosos. La luz no llegaba porque yo disparaba desde unos 5 m Jonás se enfadaba porque me había dicho que debía sacarlos de muy cerca. La verdad, que yo pensé que 5 m para hablar de cocodrilos era bastante cerquita, pero al parecer no era así...Los siguientes caimanes los saqué a 4 ¡e incluso a 3 m! Comenzo a salir algo en las fotos, pero aún así, el amigo cofán seguía enfadándose, pues a su juicio, seguía precipitándome.
El siguiente animal lo apuré un poco más. Cuando estaba a menos de 3 m...¡flash! Ahora, sí tenía una buena foto, pero el animal, no se lanzó al agua, así que había que buscar una segunda instantánea. Me hacía falta más tiempo para enfocar, pero la inercia, que no entendía mis preferencias, me llevaba hacia el animal a una velocidad que no me permitía hacer un segundo enfoque. En otras ocasiones, la barca iba 1 m a derecha o izquierda de nuestro objetivo, pero en esta ocasión, Jonás apuntó demasiado bien, y según avanzamos, la idea de hacerme pasar por sirena en barco pirata, se va transformando de la más brillante, a la más estúpida de mi vida. No había espacio para retroceder, y parecía irremediable imaginar, que en breves décimas podría acontecer mi primer beso con un caimán. El animal no era muy grande, pero no hay que llevarse a engaños, 1 m de Caimán no es 1 m de Lagarto Ocelado, pues la boca del primero puede medir más de 20 cm. Este tendría una de unos 35 cm por 15 cm de ancho.
Como se suponía que tenía que pasar, el reptil dio unos coletazos para zambullirse en el agua. Tal fue la velocidad, que no sólo empapó mis lentes, sino que además ¡metió un pez al interior de la canoa! ¡Magnífico! Subidón de adrenalina, y nuevo Momento de Gloria.Pero no habías quedado ahí los sobresaltos nocturnos. Subiendo de regreso, Jonás hace un alto.
-Ahí hay uno.
¿Dónde?
-Ahí ojo de huevo, en tierra firme.
A la orilla de la quebrada, había un talud de 2 m que marcaba el nivel máximo del cauce. Encima, la entrenada vista del a'i vio brillar. Sigilosamente, nos acercamos hasta arribar.
-¿Subes a tomarle?
Desde dónde estábamos, no le veíamos, y había que trepar por el talud para entre la vegetación, toparse de morros con el bicho.
-¿Yo? ¿Qué suba por aquí sin saber dónde está? ¡Ni de coña!
-Está bien, présteme la cámara que yo le tomo.
Esa idea me gustó más, así que allá subió Jonás equipado con mi Nikon D80. "Chiki", "chiki...así hasta 4 obturaciones.
-¡Chuta! Me salen borrosas.- Me susurró desde arriba.
Yo, envalentonado al ver que estaba localizado y que no pasaba nada, le propuse:
-¿Subo?
En ese momento, alguien debió de pensar: "Espera que mejor bajo yo". Algo rapidísimo suena entre la vegetación, y antes de que me llegara un alarmado "Cuidado", me llega un alarmante ¡CATAPLÓN! a la par que algo golpea mi espalda.
El lagarto, asustado, inició arrancada al río, con el contratiempo de que en su pista de aterrizaje, ¿quién estaba?...
El caimán, cayó dentro de la canoa, encima de una botella de plástico vacía que rebotó y fue lo que golpeo mi espalda. Según entró a la barca, afortunadamente pidió popa (el otro extremo), lugar al que tardó en llegar medio segundo.
Por ese entonces, y al ser todo tan rápido, ninguno de los dos sabía exactamente lo que había sucedido.
-¿Dónde está?- pregunta Jonás.
Es en ese momento cuando me giro, y...
-¡Mierda, está dentro!- Si, ahí estaba, en la otra punta del transatlántico, vamos, a 6 m míos, mirándome a los ojos y con sus 100 colmillos brillando. Puede que estuviese mirando al vacío, pero ese momento me sentía tan sólo en el vacío...
Jonas me dijo desde arriba que estuviese tranquilo, que no me haría nada, y esas cosas que se dicen más fácil cuanto más lejos.
Con mi cerebro pensando soluciones a todo lo que daba la rueda, se me ocurrían 2 planes:
>El lento, pasaba por levantarme suavemente y desembarcar.
>El rápido, era el de "al agua patos", dónde aparte de más caimanes, habría otros inofensivos animales como Pirañas, Anacondas, etc.
Sin darme tiempo a escoger (la selva es así), el lagarto emprendió nueva estampida, en esta ocasión hacía mí. No me da más tiempo que a ponerme con la cabeza cubierta con las 2 manos (excelente escudo para semejante boca, pero el instinto es así de imbécil). El estruendo de cosas rebotando dentro de la canoa para pronto. Desde mi "segura" posición pregunto:
-¿Dónde está?
-Levántese despacio y salga de la canoa, no le hará nada.
-Pero...¿Dónde está?-Giro mi cabecita...-Mierda, lo tengo a 1 m, ¡pegado al culo!- Ahora sí que le veía brillar todo el piñamen...
-Levántese despacio,- reiteraba Jonás.
Pero mi subconsciente, me decía que si no hacía nada, ¿para qué moverse? ¿No sería mejor esperar que se fuera a la otra punta?
Mientras, yo pensaba...y no pasó por mi cabeza toda mi vida como en las películas. Sólo pasaba la mierda de cuento que tanto me gustaba de colgate, en el que un cocodrilo hiperdentado era el protagonista, en la mierda de los nikis de Lacoste, en la mierda de película de Tarzán, o en el puto circo con su pecera llena de cocodrilos. Pasados unos segundos, esto tengo que plasmarlo. Le dije a Jonás que me bajara la cámara. Justo en ese momento...."Agur yogur". La bestia, desembarcó por estribor. Ahora sí, reímos y comentamos la jugada.
He de confesar que en ningún momento pasé miedo. Si alguien prefiere pensar la verdad, está en su pleno derecho.
Vaya relato,cebo de caiman , menos mal que no les deben gustar con esos pelos,"paberte matao".
ResponderEliminarJesus
JAJJAJAJJA weniisiimo!!!! Como siempre te digo me llenas de envidia! en la próxima te llevo yo la cámara :D
ResponderEliminarQUÉ BUENA HISTORIA!!
ResponderEliminarY seguro que te has traído mucahas más como esa de esas tierras.
Bienvenido.
Máximo, tienes que explicarnos temas que aprendieras sobre las costumbres locales que a buen seguro aprendiste a consecuencia de este episodio, como por ejemplo, ¿cómo se lavan los pantalones cagados en la selva?
ResponderEliminarLa figura antropomórfica de la proa de los barcos se llama "mascarón de proa"
Máximo! Me alegro de que estés de vuelta sano y salvo, muy descojonante esta entrada jejeje.
ResponderEliminarEsperamos más crónicas selváticas, un abrazo!
Yo tampoco hubiese pasado nada de miedo... jajaja pero nada nada eh! ;)
ResponderEliminarQue histories mas xulas... esperamos mas!
Estoy totalmente convencida de que no pasaste miedo ¡¡¡ para nada !!! no había ningún motivo. El pobre animalillo si que estaría asustado jejeje.
ResponderEliminarMe ha sabido a poco,¿para cuando la segunda parte?
Muchísimas gracias por compartir con todos nosotros tus extraordinarias experiencias.
Un abrazo muy fuerte
Teresa
Bienvenido Cocodrilio Dandy!!!
ResponderEliminarEspero que todo haya sido así de divertido.
Estamos inpacientes para ver tus fotos e historias que ta han ocurrido.
Un saludo de Manuel Sistac.
Encima que el pobre saurio quería ayudaros a remar vosotros andaís asustándolo...
ResponderEliminarYo voy a pensar la verdad... que más miedo tuvo el caimán que el bichu!
ResponderEliminarUna pasada Máximo, ¿para cuando las nuevas anécdotas?
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Yo creo que, durante esos segundos- que para ti fueron larguiiiiiiiiisimos minutos-, en los que la mente tan pronto galopa como se bloquea,debieron de pasar muchas mas cosas de las que cuentas.
ResponderEliminarPor cierto: ¿que valoración hizo Jonás de esta aventura?, ¿la contó al resto de la tribu, o se la calló, por aburrida y poco importante?.
Para Jonás fue muy interesante la vivencia, porque como yo casi me cago, y el tuvo la suerte de estar fuera de la canoa, fue un precioso motivo para contar a toda persona que nos podíamos cruzar y descojonarse todos ellos. Lo hablaban en a'ingué, pero vamos...una conversación en la que decía de vez en cuando "batua" y todos se reían...¡era la mía seguro!
ResponderEliminarTu miedo??? jamás!!! Me ha encantado!! impresionante!!! De verdad no sabes la envidia que me da leer todo esto!!
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