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martes, 29 de octubre de 2013

Regalo a la vista

El otro día en "Pájaro que vuela...barrido que te parió", puse un pájaro de río. Hoy pongo uno de paredes sacado con la misma técnica: el barrido. Se trata de un treparriscos Tichodoma muraria. Lo capturé este verano en los Picos de Europa, en una jornada de campo compartida con amigos.
El "pájaro mariposa", deleita con su pausado aleteo la vista de quien tenga la suerte de localizarlo. Unas redondeadas alas adornadas con llamativos colores, no pasarán desapercibidas para el montañero, escalador, o naturalista que tenga la suerte de verlo de cerca. Os dejo con uno de los treparriscos de las últimas semanas.

lunes, 28 de octubre de 2013

Todo iba bien...



Fin de semana grande para Liébana. Se celebraba  en el municipio la Fiesta de la Vendimia, la cual gira en torno a la casi desaparecida tradición de vendimiar las viñas del valle. El tiempo acompañó, y no sólo a este festejo vino la gente, sino que casas rurales del resto de la comarca lebaniega se llenaban de familias que ven cómo el verano se alarga. Otros, simplemente venían a pasar el domingo, comer en alguno de los múltiples pueblos que tenemos  en el valle, tomar algo en Potes por la tarde tranquilamente, y marchar.
Todo fue genial este fin de semana para el sector terciario local, que veía cómo acabando el mes de octubre, sus arcas crecían gracias al apacible tiempo, pero gracias también al maravilloso entorno en el que tienen suerte de abrir sus puertas.
Yo subía de la costa por la tarde y era increíble la cantidad de asturianos, cántabros y vascos que bajaban por el desfiladero de La Hermida. Cientos de coches me crucé en su vuelta a casa. Y cuál era mi sorpresa, que al llegar a Potes, ya sin luz, las calles hervían de gente.
Y mayor fue aún mi sorpresa cuándo me di cuenta que todos miraban desde la plaza de la Serna cámara en mano, desde el puente de San Cayetano cámara en mano, desde los arcos cámara en mano, incluso desde mitad de la carretera cámara en mano registrando un impresionante y desagradable episodio. Ardía en esos momentos parte de la belleza de la que vive gran parte de la población lebaniega.  Me oriento, y deduzco que es la Peña Ventosa la que arde. La solana de la misma exactamente. Un lamentable espectáculo que pone la nota negra a un fin de semana que aparentemente había sido de 10. Cientos de familias iban a volver felices a sus casas con las retinas llenas de buenos momentos, pero alguien tuvo la idea de dar fuego al monte, y ahora la gente ya no se iría contenta.

“Qué lástima”
“Van a morir miles de animales abrasados los pobres”
“Que pena, se morirán los árboles”
Esos son los comentarios que se oían por las calles de Potes por la noche mientras grababan con impotencia las llamas del valle de Bedoya. Al llegar a casa y comentar con la familia, al llegar hoy al café del trabajo y comentar con los compañeros, ya no hablarán de las grandezas que pudieron disfrutar hasta esa hora, hablarán del desgraciado suceso que aconteció.
Gran parte del sector ganadero apuesta desde hace años por el desbroce mecánico para recuperar brañas de pastos. Un método mucho menos agresivo que transforma las laderas en pastizales. Un suelo, que con las próximas lluvias, van a ir a parar en forma de toneladas de ceniza al río Santo y al Deva. Matarán a las gurasapas y tricópteros, alimento de las truchas y demás fauna del río. Una minoría, aunque demasiados aún, siguen apostando por quemar furtivamente el monte público sin permiso de nadie. Es gente no evolucionada que no se da cuenta de una realidad ya sabida por todos. Dueños y señores, cuando sopla el viento sur y más daño se puede hacer, dan cerillazo y bajan a casa a dormir tranquilamente para al día siguiente ver el resultado.
El resultado real, es que han destrozado algo de todos. El resultado que le regozija es que en primavera no saldrán tantos escajos, y si más hierbina fina verde. Pero esto será sólo esta primavera. A la siguiente el matorral volverá a invadir esa ladera en un esfuerzo contínuo por regenerar el bosque. Inútil esfuerzo, pues mientras ese vecino viva, cada pocos años requemará una ladera cada vez más erosionada, con cada vez más dificultades para revegetarse. Y así será hasta que la voluntad política eduque y castigue estas acciones permitidas desde la clandestinidad aún a día de hoy. De no llegar ese momento, Cantabria será en el siglo XXII “El Desierto Vertical”. Me voy a quedar con la curiosidad de ver con que campaña se vende semejante marca.
He de anotar, para ser justos, que precisamente es Liébana una de las comarcas menos castigadas por el fuego, lo cual es mérito de sus vecinos.

viernes, 25 de octubre de 2013

Huele a otoño

Aquí el otoño no llega cuándo lo marca el calendario. Mucho menos cuándo lo dicta el Corte Inglés.
Aquí el otoño llega cuándo la savia baja a tierra, y las hojas colorean cálidas cantábricos paisajes.
Huele a humedad, huele ya a frescor.
Huele a chimenea ahumando, huelen los pueblos a magosta, huele ya a otoño.
Paso del verde al rojo que frena los coches en la ciudad. Aquí, en los montes, detiene el frenético ritmo veraniego. Animales y personas, nos preparamos para afrontar la época más dura en la montaña, el invierno.
25 de octubre por la tarde.
Sé de más de una persona que ha estado por aquí hace poco que se va a lamentar de no haber visto este paisaje por culpa del retraso de dos semanas con que ha llegado en el presente año el monte pardo.
Los que podáis asomaros al monte estos días, ¡no dejéis de hacerlo! Vuestros ojos, os lo agradecerán.

jueves, 24 de octubre de 2013

Pájaru que vuela...¡barrido que te parió!

Ayer estuve al mediodía por la orilla del río Deva (Liébana, Cantabria). No era lo que buscaba, pero aparecieron dos, siempre agradecidos, mirlos acuáticos Cinclus cinclus. Para quien no lo conozca, se trata de un curioso pajaro que vive en cursos de agua dulce oxigenados, con abundantes rápidos y saltos por lo tanto, y que no sólo pesca desde la orilla, sino que bucea de contínuo levantando piedras del fondo para coger larvas de invertebrados, moluscos, y otras presas.
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Al final, me traje a casa dos kilos de castañas, una Macrolepiota procera y esta foto del pájaro aterrizando en la orilla. Como iba volando, apliqué la técnica del barrido para evitar que saliese movida. Esta consiste en mover la cámara en el sentido del ave con el fin de conseguir que el animal permanezca lo más estable dentro del encuadre durante el tiempo de obturación. Lógicamente, lo más práctico es tenerle en el centro del encuadre, de manera que no le cortemos al disparar. Posteriormente, si se quiere que el ave quede en un lateral de la fotográfica, a priori siempre más estético, se puede recortar del total con un programa informático.
Siempre me gustó hacer barridos. Hace años entrenaba desde el balcón de casa haciendo barridos a los aviones comunes que me pasaban a menos de 10 metros. Os aseguro que con ese entrenamiento, el cuál os puede cansar en cuestión de pocos minutos, luego no hay ave grande que se os resista. Esto se debe a que la velocidad angular necesaria siempre va a ser menor, y el posible problema para encuadrar con rapidez, va a desaparecer.

jueves, 17 de octubre de 2013

Cinco años después...

Hoy, 17 de octubre del 2013, llegaba a Cantabria con un coche con todas mis pertenencias encima hace justo un quinquenio. Volvía después de cinco años lejos de mis montañas.
Volvía a ver los robledales de Gormeján, los Picos de Europa, la Sierra del Cordel, la de Peñasagra, y la maravillosa costa cantábrica. Fué un momento muy feliz para mí. Volví a ver a mi gente.
Pero no todo es blanco o es negro. Hace cinco años dejé atrás los Pirineos con sus abetales, Javalambre con sus extensísimos sabinares, el Prepirineo con sus mallos. Mis retinas dejaron de disfrutar cada amanecer con las Sierreras de la Partacúa o de la Tendeñera...Mi línea de horizonte no la cortaría más la Peña Collarada, los pastizales del Oturia, la magnífica Peña Oroel. Los fines de semana ya no recorrería los valles del Otal, la foret de Isaux o el Salto de Roldán. Cambiaría los bojales por acebales, los abetales por hayedos, los pinares por robledales y los ibones por pozas. Pero más allá de todo esto, dejé de compartir grandes momentos con esas nobles gentes. Gentes de maravillosos pueblos como Sabiñánigo, Jaca, Sarrión, Huesca, Teruel, Zárágózá, Sariñena, Barbastro, Siétamo, Ejea de los Caballeros, Mora de Rubielos, Mosqueruela, Alcañiz, Calamocha, Caminreal, y un sinfín de apartadas poblaciones, con un encanto especial que sólo en Aragón podemos encontrar. Gracias a estas montañas, y gracias sobretodo a todas estas gentes e incluso gente de otras partes que también aquí conocí, por lo bien que me trataron en todo ese tiempo. Aunque lo saben, les digo desde aquí que desde entonces, mis gentes ya no sólo están en Cantabria, y que con cariño, desde entonces siempre digo que Aragón es mi segunda tierra. Y lo hago lleno de orgullo. Lo que han conseguido, es que nunca me olvide de ellos, ni de su tierra. Lo que han conseguido es que ame el acento maño, la fabla, y que mire cada día de invierno en el tiempo cuánto ha bajado el termómetro en Teruel.
Ayer, para conmemorarlo, me di un paseo por el Salto de Roldán, un sitio mágico para mí. Allí vino a recibirme un treparriscos que no pude fotografiar, y otra rapaz que sí que pude retratar a placer. Aquí os dejo con un gavilán Accipiter nisus que era hostigado por un grupo de aviones roqueros.
Ejemplar de gavilán sobrevolándome.


sábado, 12 de octubre de 2013

Grandes éxitos, múltiples fracasos

Ayer al atardecer estuve esperando un tejón en su territorio para ver si le podía hacer un vídeo. Se metió viento del norte. Trajo frío, niebla. Finalmente lluvia. Me moje las piernas. Se me enfriaron las manos. Ya denoche fui al río a ver si veía por casualidad algún desmán ibérico. Estuve allí más de una hora, encima de un pozo. No hubo suerte. Las botas me calaron. Por lo tanto los pies, también se enfriaron.
El otro día hice 3 horas de coche para ir a un monte y hacer un recorrido. Al llegar, vi como las nubes se metían. La visibilidad pasó rápido de 40 metros a tan sólo 2. No pude hacer el recorrido. Salirse de la senda yegüera en mitad de aquella ladera, se hacía harto arriesgado. Perderse era lo más fácil, por lo que la marcha se vió truncada. Volví a meterme otras 3 horas de viaje hasta casa.
En primavera estuve en la Sierra de la Culebra (Zamora). He ido en muchas ocasiones. Para ello he hecho miles de kilómetros. He pasado amaneceres preciosos, pero gélidos a la par. También he pasado al mediodía calores. Nunca he visto lobo allí. No digo las esperas que he hecho en dicho paraje porque os daría la risa.
En invierno subí unos 1000 metros de desnivel con un amigo que quería ver perdiz pardilla por primera vez. Salimos con el suelo congelado de casa. Llegamos a una ladera en la que había que rodear cada nevero, pues estaba la nieve tan congelada, que hacía arriesgado pasar por encima de ellos por riesgo de resbalar y bajar por la ladera. Fue un día de intenso pateo, crudo frío, y escasos resultados.
Otro día un amigo me dejó, con un frío invernal en una cumbre. A los 30 segundos de dejarme en el lugar, dónde nos reencontraríamos por la tarde, me retorcí un tobillo que me tuvo 5 meses sin andar en condiciones por el monte. Afortunadamente tenía una esterilla y un saco aquel día. Pasé el día metido en el saco, resguardado del viento matador. No vi nada aquel día.
En otoño, una amiga del sur vino con ganas de ver gato montés. Nos tiramos varios días buscándolo sin resultado. No había manera...Día tras día nos encontrábamos con el fracaso.
Hay que saber disfrutar el monte vacío, porque son muchas las veces que te bajas a casa sin haber visto nada. Pasar un agradable día es el único requisito que hay que buscar para pasarlo bien. Todos los extras, bienvenidos sean.
Septiembre del 2013:
Aquella noche hubo un mar de nubes impresionante. Nosotros veíamos cada estrella, pero desde el fondo del valle, no se veía ni una. Rompió el alba y vimos como la fortuna hizo que las nubes se aguantaran monte abajo. Ahora, sólo podíamos pedir que no subieran al amanecer y nos robaran la visibilidad. Con el buzo puesto, el gorro, los guantes...no sobraba nada allá arriba.
Tumbado junto a una roca que me ocultaba parcialmente estaba. A mi izquierda, el telescopio montado. En mi cara, los antiojos reposan contra los cristales de las gafas. El aire fresco no me deja quitarme ni una prenda. Hay sitios en los que el verano es sólo un atisbo de 2 horas diarias. Comenzamos a ver un ciervo y otro. Algún rebeco, e incluso 2 corzos. Los buitres reposan en una roca, y nada más hay a la vista. La cara quieta con la cabeza apoyada en la roca. Los ojos dando pasadas a las laderas por ver si algún punto se mueve...De vez en cuándo, barridas con los prismáticos allá dónde la vista no llega. Y es en una de esas cuando en una braña veo un bicho a la carrera. ¡Se trata de un osezno! Pronto aviso a mi compañía y disfrutamos juntos del espectáculo. Localizamos un adulto al trote por un brezal atravesando una ladera. Desconocemos el motivo por el que huyen, pero algo pasa en el monte. Quizás la presencia de otro oso. Un perro...¡a saber! Detrás, sus dos crías, de un tamaño ya bastante majo, persiguen a la que es su madre. Sea como fuere, hoy es un día grande. Los múltiples fracasos firmados en tantas y tantas jornadas de esperas, se ven recompensadas con estos 9 minutos de observación. En ese tiempo, con los nervios, da tiempo a muy poco. Colocar bien el telescopio para ver al bicho, indicarle al compañero dónde está, acabar llendo a buscarlo con su telescopio para que también él pueda verlo, volver al tuyo, y por último, y por los pelos, hacer una grabación de vídeo muy corta con la que documentar lo acontecido.

Esta mierda de vídeo representa lo que para mí fue el momentazo del verano. Hay que decir que en el vídeo original se ve mejor (aunque no mucho más). Os he numerado los animales para que los podáis localizar. La cría número "1" se ve fácilmente. La "2" cuesta más. Y la madre, con el "3", cuesta basntante verla en youtube. A ver si fijandoos podéis llegar a ver la familia al completo. Momentos antes, la madre se estuvo poniendo a dos patas con el fin de otear alrededor y orientarse.
Y recordad, pese a todo, ¡el que no espera desespera!

viernes, 11 de octubre de 2013

Cartas desde la casa del osu

Ayer, en la casa del osu, pudimos comprobar como la comida abunda debajo de cada peña, en cada toral, en cada valleja...
Acabados los escuernacabras Rhamnus alpina en los canchales calizos. Terminándose ya la temporada de arándanos Vaccinium myrtillus en las cumbres. La cosecha de jayucos, que es el fruto del haya Fagus sylvatica, es buena este año. El haya es una fagácea vecera. Es un árbol que sólo cada 4/6 años suele tener una buena cosecha. Y este año, parece que ha tocado. Las moras, que hace ya 5 semanas alimentaban en las zonas bajas a algún que otro oso, han colonizado cotas medias y altas, en cantidad que yo antes no recuerdo verla. Gran cantidad de sabrosas moras, fáciles de encontrar casi en cualquier orla forestal, en casi cualquier claro del bosque caducifolio. Parece que los osos van a tener comida este otoño. Van a coger unos cuántos kilos, y las osas que den a luz a sus oseznos este invierno, van a dar abundante y sabrosa leche en el fondo de la escondida cueva.

Frutos de haya y moras. Alimento otoñal para el oso.

Ayer, en la casa del osu Ursus arctos, disfrutamos de un paisaje que empieza a reclamar su marrón. El verde ha perdido ya intensidad. El rojo, es adivinado por los ojos más avezados. Gozamos también con su fauna, con su clima, muy benigno hasta ayer para estar en octubre...Pero también, no podemos negar que disfrutamos con sus gentes.
Las gentes de la casa del oso y sus ancestros, son las que han permitido qué este magnífico ser, extinguido en el 99% del territorio peninsular, siga viviendo aquí. Esas gentes que vivimos ahora aquí, y que regentamos menos del 1% del territorio peninsular, debemos ser las máximos responsables de que el oso procree y recolonice nuevas zonas, escapando de una extinción a la que pareció estar abocado ahora hace 20 años. Debemos conseguir que lo que ha llegado a nosotros, no acabe en nosotros y llegue a próximas generaciones si no queremos ser recordados como "la generación egoísta". Si nosotros lo hacemos mal, da igual que nuestros hijos lo hagan bien, porque ya nunca podrán disfrutar de lo que todos sus antepasados han podido disfrutar. ¿Tendremos entonces perdón? La hemos cagado (o mejor dicho la estamos acabando de cagar) con el urogallo Tetrao urogallus, y no queremos que esto se repita con el oso.
Espectacular atalaya sobre los hayedos de la zona
Por otra parte, también aprovecho para decir desde aquí, desde la casa del oso, que las decisiones tomadas desde fuera, desde las capitales, muchas veces no ayudan a motivar a la población local a respetar y convivir con estos animales, sino todo lo contrario. Es para mí esta una política desacertada. En ocasiones el que haya oso, se traduce en una serie de impedimentos y de prohibiciones. Se nos da un trato distinto. Un trato peor. El que tengamos oso, debería ser motivo para tratarnos con algo más de esmero. Sin embargo, esta circunstancia es utilizada para tratarnos con restricciones. Algunas obvias, incluso necesarias para el buen quehacer diría yo. Otras, no sólo no aciertan. No sólo se deciden cosas sin mucho sentido, sino que además, da la sensación de que se aprovechan de la figura del oso para ponerla de excusa sin sentido, y obtener objetivos así muy distintos a la protección del oso. Aquí no somos tontos, y sabemos que el oso no es el enemigo, pero los méritos que se están haciendo para hacérnoslo creer, no son chicos.
No obstante, y ahora hablo por mí, aunque creo que lo puedo compartir con muchos vecinos, tenemos buena fé. Queremos creer que en el futuro, con diálogo, conseguiremos entendimientos y buenas relaciones. Seguro.

viernes, 4 de octubre de 2013

El tasugu

Allá os va un documento de estas últimas jornadas por los montes cantábricos. Es un tejón Meles meles. Animal popular extendido por toda la península ibérica. Tasugu aquí, tajudo en Teruel, melandru en Asturies...Inconfundible. Utiliza los viales para desplazarse, por lo que gran parte de las veces que se le ve atropellado. Otras veces, lo habitual es verle corriendo delante del coche durante unos metros. Y sólo en unas pocas ocasiones, se le encuentra en el monte de día. Yo puedo contar estas con los dedos de la mano...cuatro recuerdo ahora de memoria.

La observación del otro día, se la debo a un amigo de aguda vista que localizó a este ejemplar. Fueron 20 minutos de observación con el telescopio hasta que la falta de luz impidió proseguir la observación. Estiramientos y aseos, salpicados por cortos desplazamientos, ocuparon todo este tiempo. Nunca antes había cotilleado tanto tiempo seguido en la vida de un tejón, pues las decenas de veces que lo he visto, ha sido por encuentro fortuito y corto en el tiempo.
Se desconoce el estado actual de sus poblaciones. Ello ha motivado a la SECEM a organizar un seguimiento con voluntarios en los próximos meses. Los interesados en participar, podéis informaros en este sitio web.

miércoles, 2 de octubre de 2013

La del suplemento

Esto que os cuento aconteció esta primavera. Estaba con un amigo y una amiga bajo un paredón calizo en la provincia de la Yebala (Marruecos). Habíamos subido por aquella ladera con el fin de localizar nidos viejos y en desuso de quebrantahuesos, todo ello enmarcado en un proyecto de investigación en el cuál participé.
Minutos antes, habíamos disfrutado con la evolución de dos pollos de águila perdicera Aquila fasciata, que volaban ya junto a sus progenitores lo que era su territorio de aprendizaje, y de momento, de caza también. Chacales, puerco espines, jabalís o monos de Berbería, eran algunos de los animales que se podían encontrar en aquel paraje. También perdices morunas, chagras o chovas.
Habíamos tenido que ascender por un pindiu canchal, y rodeado un denso matorral, posiblemente de lentisco, no recuerdo ahora. Llevábamos allí más de media hora hablando, comiendo, bebiendo, reposando... Escuché un poco de ruido dentro de la mata de arbustos, pero no le hice demasiado caso pensando que podría tratarse de un pájaro tipo mirlo, pues a veces hacen mucho ruido para el tamaño que tienen. De repende, de aquel mismo sitio, sale un estruendo y algo comienza a romper monte. Una nerviosa jabalina se aleja de nuestra posición. Había estado oculta en la espesa vegetación pese a nuestra cercarnía, unos 50 metros. Espectacular la carrera que echó ladera abajo atravesando lentiscares, canchales y demás parches.
 Desaparece, y todo vuelve a quedar en calma. Pero un momento...en el lentiscar se sigue escuchando un ruido, pequeño comparado a lo de hace un rato. Era como el bonus track de un disco, o como el suplemento de una publicación. La jabalinona primeru, ¡y los bichucos detrás! De repente, sale a escena una piara en busca de su madre. Son 4 rayones, que desafiando a lo más seguro, que era quedarse ocultos, deciden bajar por la ladera siguiendo los mismos pasos que su sabia madre. Fue una escena muy bonita. Os dejo con la imagen que se quedó en el sensor de la cámara, y también en nuestras retinas.